El pasado 16 de marzo salió publicada una noticia en el diario catalán ARA en la que se anunciaba la suspensión de la función docente del profesor Ángel Gallego, también coordinador de la Selectividad (PAU) en Catalunya, por acoso sexual y abuso de autoridad. La he leído hoy, 17 de marzo, y aún sigo hablando conmigo mismo sobre el tema. Una pequeña parte de mí se siente mal, pero la otra se siente aliviada.

Para poneros un poco de contexto, Ángel Gallego es conocido, desde hace unos años, por ser el coordinador de los exámenes de acceso a la universidad en Catalunya para la asignatura de Lengua Castellana y Literatura. Su labor se hizo más conocida cuando decidió abrir perfiles en diferentes redes sociales (Instagram, TikTok) con el objetivo de ayudar al alumnado de bachillerato con los diferentes ejercicios de sintaxis que acostumbran a salir en las PAU (Pruebas de Acceso a la Universidad). Subía ejercicios de pares mínimos, análisis inversos y diferentes tipologías de ejercicios que él había diseñado para estos exámenes oficiales. Creaba recursos y facilitaba un montón de ejemplos que a los profes les venían de perlas. Y entre esos profes estoy yo, que me veía contratado por primera vez en septiembre como profesor de castellano en bachillerato y sin saber lo que era un complemento directo en sintaxis. Junto a otros profesores de carácter similar, como Germán Cánovas, pude escurrir un poco el bulto de los contenidos de Selectividad y entender cómo funcionaba la mecánica.

Recuerdo haberles dicho a mis alumnos —y alumnas— que los siguieran en redes porque les ayudaría a practicar para los exámenes, y que preguntar dudas o resolver los ejercicios que Ángel Gallego o Germán (LPF) proponían en redes y traerlos a clase subía un poco la nota de actitud. Yo, a su vez, también cogía sus recursos y, pese a no ser un as de la sintaxis, me pude defender mínimamente bien y no parecer un ignorante en la materia de cara al alumnado.

Me metía en un montón de directos de LPF y AG porque enseñaban la sintaxis que yo debía enseñar, y aunque la manera de tratar al alumnado —y a profesores también, recuerdo la campaña de desprestigio que montó Ángel Gallego contra una profesora que da recursos «más tradicionales» en TikTok, aduciendo que su manera de enseñar es inútil y nociva para sus alumnos— que se esforzaba por estar ahí presente era arisca, seca, desmotivadora y denigrante, al ser también la actitud que habían tenido los profesores que yo tuve en Bachillerato, pensé que así debía ser mi proceder en este nivel educativo. Y resulta que no.

Captura de las historias de Instagram de Ángel Gallego del 12 de febrero de 2022 en el que le contesta de forma condescendiente a una usuaria que responde a la pregunta «Qué opción es incorrecta. Explica la diferencia»

Con la noticia de Ángel Gallego siendo un acosador sexual y pedófilo me siento un poco mal porque lo recomendé a mi alumnado y lo expuse a este posible depredador, pero sobre todo me siento mal por haber caído en la repetición de sus actitudes y en ese «seguidle, que su contenido es bueno». Sin embargo, al mismo tiempo me siento bastante aliviado, pues no me sentía cómodo con la manera que Gallego tenía de tratar a la gente que respondía a sus ejercicios, ni con las propuestas didácticas que defendía ni con la manera de concebir el estudio de la lengua y la literatura.

De nada sirve la manera de pensar que muchos profesores tienen de: «Yo enseño la asignatura, que ellos aprendan. Y si no aprenden ya se apañarán».

La noticia también me alivia porque por primera vez me exime de la responsabilidad de que, para ser buen profesor de Lengua, debo ser como este tipo de docentes que tanto éxito parecen cosechar de cara para afuera con sus excéntricos ejercicios sintácticos, y puedo permitirme, ya en este curso, ser un profesor normal. Sigue sin gustarme dar Lengua en Bachillerato, sea Catalana o Castellana, y disfruto casi por entero de las asignaturas de Literatura Universal, Creació Literària o Cultura Audiovisual porque son asignaturas que he moldeado a mi medida, como yo sé, y esto es algo que el alumnado nota ya desde el principio. En el primer colegio que estuve, las encuestas de un gran número de alumnos marcaban que la peor asignatura era Lengua Castellana y la mejor era Literatura Universal, y una vez sometido a juicio mi comportamiento galleguista me confesaron que se notaba mucho el cambio de ambiente de una clase a otra. Entendí, gracias a ellos, que el sadismo no lleva al éxito, sino al revés.

Captura de las historias de Instagram de Germán Cánovas (La Perra Fea) del 28 de Febrero de 2022 en la que llama «tontos» (el título de la canción) a los alumnos que no han consultado sus redes sociales y no han visto que subió las respuestas del examen antes de tiempo

No sé realmente cómo llamarlo, si sadismo, exigencia, disciplina, sacrificio, como sea, me da igual. Pero la idea del profesor como padre con un cinturón verbal en mano que recuerda un «ya me lo agradecerás más adelante» a su alumnado es algo que está más normalizado de lo que debería dentro de las aulas y que es bastante alarmante. «Es que si no los machacamos ahora, luego llegarán a la Secundaria y estarán perdidos»; «Es que si no los machacamos ahora, luego llegarán a Bachillerato sin saber nada»; «Es que si no los machacamos ahora, luego llegará la Selectividad y no sabrán resolver un par mínimo». Es que, es que, es que, y la educación acaba convirtiéndose en un machaque constante que se justifica con un futuro que aún ni siquiera ha llegado. Yo también he hablado así, incluso este año se me ha escapado alguna que otra vez —por suerte ni una décima parte de lo que se me escapaba el curso anterior— este tipo de comentario que, aplicando un poco la semántica y la pragmática, resulta violento y desesperanzador.

Sin embargo, está normalizado. No porque sea una norma, no porque alguien haga apología de su uso, sino porque estamos tan acostumbrados a que la educación refleje el orden social que es muy fácil convertir una corrección o un aprendizaje en un procedimiento militar. A mí aún me sigue quedando algún resquicio de esa primera etapa como profesor: pudiendo poner una cosa sencilla, intento dar el mayor número de vueltas de tuerca posible «para hacerlo más complicado», creyendo falsamente que el resolverlo les será más satisfactorio a los alumnos, pero consiguiendo, en realidad, el efecto contrario: desmotivarlos.

La razón principal de la desmotivación de los alumnos en una asignatura no es otra que no entender qué es lo que están haciendo. A nadie le gusta sentirse tonto, a los alumnos tampoco. Así que una persona que no entiende qué se le está enseñando prefiere desconectar antes que asumir su incapacidad para entender algo que, en realidad, no está preparado para entender.

Captura de las historias Instagram de Ángel Gallego del 15 de marzo de 2022

El mismo Ángel Gallego, por poner un ejemplo de esto, proponía el estudio de la sintaxis a partir de 5º primaria, es decir, con 10 años empezar las funciones sintácticas (debo decir, igualmente, que ya acostumbra a salir en los libros y se hace esto desde hace muchos años). Proponía, para ello, eliminar los ejercicios vinculados a la expresión escrita (cuentos, leyendas, cartas…) y anexarlos a una actividad derivada del estudio de la sintaxis: la escritura ya no sirve para expresarse ni para crear, sino para entender el mecanismo del lenguaje generativo y cómo este puede combinarse para generar oraciones automatizadas. El complemento directo pasaba a ser la razón de tu expresión, y el significado de lo expresado pasaba a ser una simple anécdota sin importancia. Y esto con el alumnado de 10 años. No me parecería extraño, teniendo en cuenta que en 3ºESO estoy dando nuevamente el Complemento Directo como si fuese la primera vez —y llevan viéndolo sin entenderlo realmente desde 5ºEP—, que gran parte del alumnado se desmotivara.

Como docente se siente cierto orgullo cuando un alumno consigue resolver algo difícil que se ha propuesto, o consigue entender algo complejo que se ha explicado, pero ese orgullo es egoísta, no está ayudando a nadie, sólo al ego y, según la circunstancia que sea, a veces al alumno que ha logrado seguir la explicación o resolver el ejercicio. No obstante, este alumno que ha conseguido seguir las clases de complejidad y abstracción borgeanas no lo ha hecho porque el docente haya sido excepcional, sino porque ya viene con una base y ha tenido el privilegio de entender la explicación.

Y muchas veces se me olvida, y me lo recuerdo cada día, que aprender no debe ser el privilegio de unos pocos, y que la función del docente no es enseñar, sino hacer que alguien aprenda. De nada sirve la manera de pensar que muchos profesores tienen de: «Yo enseño la asignatura, que ellos aprendan. Y si no aprenden ya se apañarán». Para enseñar y demostrar lo que uno sabe ya están los congresos y las conferencias, donde gente igual de preparada es capaz de entender lo que se dice y discernir si es una ridiculez o merece mínimamente la pena ser escuchado.

Captura de las historias de Instagram de Ángel Gallego del 30 de enero de 2022

Pero ser profesor no consiste en eso, consiste en aprender, en hacer que tus alumnos aprendan por primera vez a ver por sí mismos una parte del mundo que tu ya has visto. No consiste en crecerte como profesor ante los alumnos que miran sorprendidos cuántas cosas sabes, sino en que los alumnos crezcan por sí mismos porque han aprendido a mirar las cosas con los ojos que has abierto como docente. No sirven de nada los aplausos de Internet, ni los likes, ni los mensajes que puedan dejarte los alumnos en redes agradeciéndote el haberles aprobado. Es bonito, sí, entrañable, pero no es la función de un profesor ni es el resultado que debe esperar. Sí lo es el ver cómo crecen y aprenden con tu asignatura, cómo encuentran nuevas formas de pensar y madurar, es el aprender un poco a vivir abriéndoles las ventanas para que entre un poco de luz. Y nada más.

Ángel Gallego siendo denunciado por abuso de autoridad, acoso sexual y extorsión me alivia porque responde a la pueril duda de si he estado haciendo lo correcto o no, y me permite tomar distancia y reafirmar mi negativa ante algo con lo que ya al entrar en el mundo docente me chirriaba y me hacía sentía incómodo, el sadismo y la exigencia en el aula por intentar llenar la necesidad de unas personas que desean sentirse más que otras. También me alivia saber que no debo ser como los profesores que tuve yo en esa etapa de bachillerato para poder impartir bachillerato, ni debo complicar la etapa por el simple sadismo de ver que si uno sufre, sufren todos. Y puedo volverme un poco más Alberto Caeiro, con quien acabaré este texto, y hacer en mi día a día la sencilla y compleja tarea de enseñar y aprender, de guardar el precipicio, de ayudar y dejar, al fin y al cabo, que los alumnos disfruten un poco de la vida que hay ahí fuera.

Las pompas de jabón que este niño
se entretiene en hacer con su pajita
son traslúcidamente toda una filosofía.

Claras, inútiles y pasajeras como la Naturaleza,
amigas de los ojos como las cosas,
son sólo lo que son
con una precisión redonda y aérea
y nadie, ni siquiera el niño que las sueltas
pretende que sean más de lo que parecen.

Algunas casi no se ven en el aire luminoso.
Son como la brisa que pasa y apenas toca las flores,
que sólo sabemos que pasa
porque algo disminuye en nosotros
y todo se acepta con mayor nitidez.

Espada y Pluma te necesita

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SOBRE EL AUTOR

4 pensamientos

  1. Creo que aprovechar la noticia del caso de Ángel Gallego para querer cambiar el enfoque de la gramática es bastante oportunista y simplón.
    Me planteo cómo puedes impartir un segundo de bachillerato sin saber qué es el CD, y presumir de ello.
    Me pregunto si no sería eso, el tener un profesor que no domina la materia, y no el contenido del curso lo que genera las valoraciones negativas por parte de los estudiantes de la asignatura.
    Y también me pregunto cómo puedes recomendar una página de un profesor cuyo tono con respecto a los estudiantes no te parece el adecuado.

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    1. Buenos días, Mercedes

      Le recomendaría que volviera a leer el texto para entender y poder comentar cosas que digo, y no conclusiones ajenas de cosas en las que siquiera me enfoco. En ningún momento la intención del texto es cambiar el enfoque de la gramática, sino hablar sobre las maneras en las que algunos docentes de bachillerato naturalizan un trato despectivo hacia el alumnado. Hablo de Lengua Castellana porque es lo que he visto a lo largo de los centros y docentes, pero se puede aplicar a cualquier asignatura porque, como dice el texto, la problemática está en la figura del profesor, y no en la gramática.

      Me planteo cómo puede ser usted docente de Lengua y no ser capaz de ver la tipología textual a la que pertenece este escrito. Me pregunto también si su alumnado generará valoraciones negativas de la asignatura al tener un docente como usted incapaz de ver un tópico literario tan manido como una captatio, de saber las características básicas de un texto y de ser incapaz de extraer el tema principal del texto y su desarrollo y enfoque.

      Al respecto de la última pregunta, creo que la respuesta es obvia. Si el docente encargado de montar los exámenes de Selectividad ofrece materiales y páginas de ejercicios para practicar, mi primee impulso es compartir esa información con el alumnado que se presentará. Vuelvo a decir, al ver su poca capacidad de comprensión lectora, que mi crítica no va hacia el material generado por estos docentes, ni a su enfoque, sino al trato. Y en el texto se expone cómo ese trato se normaliza. Normalizar algo es asumir que es normal esa conducta, por lo que no se entra en conflicto con ella hasta que no sucede algo.

      Debo decir, para acabar la respuesta, que me sorprende que sea usted docente de Lengua (si es que lo es) y no sepa siquiera escribir un comentario en una web, y lo haga en cambio como si fuera un pastiche de mensajes instantáneos. Espero haber resuelto sus dudas.

      Cordialmente,
      L

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  2. Yo tuve la suerte de tener a German Cánovas como profesor de segundo de bachillerato el año pasado y puedo decir sin duda que es el mejor profesor que he tenido jamás, su enfoque es simple, eficaz y pragmático. No conozco ha nadie que tenga una opinión negativa de el como profesor o como persona.

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    1. Hola, Víctor:

      Me alegra mucho saber este punto de vista porque implica que se muestra de otra forma desde redes, pero que en clase con vosotrxs no es así. Lamentablemente conozco docentes que sí que actúan en persona con su alumnos de la misma manera que GC actúa en redes en según qué momentos (como el caso adjuntado). Gracias.

      Cordialmente,
      Lucas

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