[Sobre lo que conlleva ser mujer y funcionar en sociedad, pensando y reflexionando sobre lo que eso conlleva. #SPM. SER PRAGMATICAMENTE MUJER Son textos de Nahika con profundas raíces en lo personal, pero fuertes implicaciones en el sistema heteropatriarcal y el encaje de las mujeres en él…]

Así que Carmen Mola eran tres señores. Vaya por Dios…

Tras un grado en la universidad que me trajo por la calle de la amargura y todas sus colindantes (a saber: Calle Decepción, Avenida del Hartazgo, y el mítico Callejón del Aburrimiento), decidí hacer mi trabajo de fin de grado sobre algo que me llenase el corazón de alegría o, al menos, de curiosidad. Por eso lo hice sobre Sue Grafton.

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Sue Grafton era una escritora de novela criminal que descubrí a raíz de una charla que escuché en la misma universidad. La charla en cuestión era sobre novela criminal escrita por mujeres, y la charla la daban… tres mujeres. Esa charla fue la que me motivó a hacer el trabajo sobre el tema en primer lugar, yo había leído ya alguna que otra novela criminal y sabía que la academia tiene, tradicionalmente, una mirada poco amable para con el género. Y vi que, cuando le pones el mismo interés a estudiar el género criminal que se le pone a estudiar la novela histórica, hay mucha tela que cortar.

Humildemente debo decir que puede que no sea una experta en el género criminal escrito por mujeres, pero que al menos estoy suficientemente versada como para sacar una metafórica navaja y amenazar a más de un bocachancla cuando dice ciertas idioteces. Y sabemos todos que me gusta un navajeo literario más que a un gato cazar mariposas. Los tres señores que se escondían tras las faldas de un maniquí con la pegatina “Hello I’m Carmen Mola” pegada en una blusa con un escote absurdo son mis próximas víctimas.

Una cosa particular e interesante de la novela criminal escrita por mujeres es que puede ser tan violenta y gráfica como la que escriben los hombres… Si no más. Además de que, por lo general, las escritoras prefieren seguir los pasos de un personaje femenino principal, que les permite explorar temas que, de otro modo, rara vez encontraríamos en ficción: las implicaciones laborales de un embarazo cuando eres inspectora de homicidios, la relación con la familia, las dificultades de tratar con colegas cuando ellos se consideran en una posición de poder. Esas cosas que cuando no eres un hombre tras un pseudónimo femenino que se cree inteligentísimo, puedes ver, y de las que puedes hablar desde el punto de vista más certero: el tuyo.

Otra cosa que tienen las novelas criminales escritas por mujeres es que los hombres pagan. Pagan duro. Los hombres mueren, son torturados, son obligados a pagar con su sangre y con su carne los crímenes cometidos, contra otros, contra mujeres, contra niños. Los hombres, los poderosos, muerden el polvo. No siempre, claro. Pero muchas veces sí. Y muchas veces son precisamente los hombres los que son víctimas de crímenes… Pero no necesariamente son víctimas inocentes. Además de que, por motivos misteriosos que no he llegado a dilucidar todavía, las mujeres no sexualizan los cadáveres femeninos. Las mujeres muertas son cuerpos, son carne, son sangre y vísceras, y están muertas. No son muertas bellas, no son muertas sensuales, no están en posturas sugerentes y quien investiga los casos definitivamente no se fija en la perfecta redondez de sus pechos y el tono de sus pezones, en la pérdida para el género femenino que supone que un ejemplar de hembra así esté en el otro barrio. Me gustaría que esto fuera una exageración, pero es algo tan habitual en la novela escrita por hombres que es vomitivo.

No me cabe en la cabeza, os lo prometo. No solo que, en un contexto en el que a las mujeres, al colectivo LGBT, a las personas racializadas, se les presentan mil complicaciones para tener hueco en el mundo editorial y se está intentando compensar la desigualdad sistémica que tenemos, una situación en la que, independientemente de si los libros no escritos por hombres son buenos o malos porque nos tenemos que contentar con aplaudir que empiecen a aparecer, TRES HOMBRES CON SUS TRES PARES DE COJONES Y SU TRIPLE AUSENCIA DE CEREBRO usen UN PSEUDÓNIMO FEMENINO PARA PUBLICAR NOVELAS EN LAS QUE SE MATA A MUJERES. HAN TENIDO QUE JUNTARSE TRES HOMBRES MEDIOCRES PARA ESCRIBIR COMO UNA MUJER MEDIOCRE Y NI SIQUIERA UNA MUJER MUY CREÍBLE. ADEMÁS DE QUE HAN TENIDO EL CUAJO DE HACERSE AUTOPUBLICIDAD EN ENTREVISTAS QUE LES HAN HECHO EN REVISTAS FEMENINAS. PERO CUÁN POCA VERGÜENZA SE PUEDE LLEGAR A ALBERGAR EN TRES CUERPOS HUMANOS. NECESITO MAYÚSCULAS MÁS GRANDES PARA GRITAR MÁS. PERO ESTO QUÉ ES.

Por favor, vamos a ir dejando de dar caso a señores. Han ganado el Planeta, estupendo, eso no significa absolutamente nada a estas alturas, porque todos sabemos ya qué implica. Pero por favor. Por favor. Dejad que Carmen Mola caiga en el olvido. Hay miles de mujeres brillantes que han sido arrojadas a él sin dudar. Lanzad al maniquí y a esos tres ineptos al abismo, y recuperemos a las buenas. O al menos no las sigamos sacrificando.


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