Stephen King lleva varios años ejerciendo una labor loable en las redes: ocasionalmente recomienda de forma efusiva películas o series que le han sorprendido para bien. Si hay alguien que se ha ganado a pulso el derecho a ser escuchado cuando opina acerca de producciones dentro del género de terror y misterio, es él. Guste o no, es Stephen King. Su carrera en sí ha sido una lanzadera para un género que los propios fans suelen encorsetar, y con ello maltratar, haciéndolo más pequeño de forma inconsciente. King, consciente o no de la inmensa repercusión de sus palabras en las redes sociales, se deshizo en halagos hacia la más reciente producción de Star+, ‘Nadie te salvará’, lanzada directamente en Disney+.
En sus declaraciones escritas en Twitter —plataforma que en ningún caso ha cambiado de nombre—, el prolífico escritor nos decía que la película de marras es: «brilliant, daring, involving, scary. You have to go back over 60 years, to a Twilight Zone episode called “The invaders”, to find anything remotely like it. Truly unique». Para quienes no sepan inglés, la cosa es que le ha gustado más que a Elon Musk ponerse en ridículo.

No le falta razón, pues al igual que el capítulo de ‘La dimensión desconocida’, carece de diálogos, y su forma de expresar la reacción humana frente a una invasión alienígena recae en una actuación más visceral de lo que el género suele ofrecer.
La diferencia en la interpretación reside en la sutilidad sonora, y es que acostumbrados a los recursos teatrales donde el lenguaje verbal es el principal anclaje, olvidamos que producimos, de forma natural, un abanico de sonidos y expresiones faciales capaces de llegar allí donde las palabras pasan de largo. Es quizás por esto por lo que no puedo sino atribuir a ‘Nadie te salvará’ un papel fundamental en el género de terror. Es cierto que únicamente el primer acto conserva todos los elementos en un formato normalizado, y que otras cintas recientes como ‘Un lugar tranquilo’ ya han explorado lo que el silencio puede aportar a nuestra sensibilidad auditiva. Sin embargo, y recordando de nuevo la referencia a la que Stephen King hacía alusión, el largometraje de Brian Duffield trae de vuelta una forma de hacer cine de terror que no pertenece a esta época. No bajo el prisma de la imitación, sino del aprendizaje.
En 2002, M. Night Shyamalan introducía en su coctelera cinematográfica el elemento alienígena, junto a su ingrediente recurrente: el giro de guion. La tensión de un peligro desconocido que acecha, jugando con el quebrantamiento psicológico de los protagonistas, era su principal herramienta. Es este uso del subgénero de las invasiones extraterrestres el que sobrevuela ‘Nadie te salvará’ durante su primer acto. Como si de una sucesora espiritual de aquella ‘Señales’ de Shyamalan se tratase, todo vuelve a iniciarse con cortes de césped circulares que no deberían estar ahí.





Brynn Adams, interpretada por Kaitlyn Dever y protagonista absoluta, vive sola en un caserón , a las afueras de una localidad rural. Entre sus aficiones están curiosas dedicaciones, como construir maqueta, bailar sola, o escribir cartas a su amiga de la infancia. Será la entrada de lo extraordinario en su cotidianidad lo que disrumpa los esquemas sobre los que mantiene su realidad. Algo así como lo que acaba de ocurrir en la mente de cualquier lector que se haya percatado de la inclusión repentina de un préstamo del inglés, como es ese ‘disrumpir’ en lo que sería su forma de tercera persona del presente de subjuntivo; en lugar de haber conjugado el verbo ‘perturbar’. La sensación es totalmente diferente, ya que a pesar de que podamos entender ambas, sólo en un caso se produce una incomodidad latente. En un proceso similar, bajo indicios y manifestaciones visuales, desde el asiento del espectador vemos ocurrir lo inevitable, entendemos lo que le ocurre a Brynn, pero no por ello pierde su capacidad de hacernos sentir fuera de la lógica cotidiana del cine.
Al igual que cintas clásicas como ‘La invasión de los ultracuerpos’ (1978, Philip Kaufman), no tiene miedo de introducir el factor extraterrestre hasta el interior de la trama, generando así una mezcla de inquietudes. Porque, en cierto modo, el tema principal de la película es Brynn en sí misma. Sin necesidad de destripar acontecimientos, basta decir que ‘Nadie te salvará’ se disfruta y se entiende más como un terror de drama personal, y es ahí donde la adición de herramientas cinematográficas le da valor al conjunto. Asustar o incomodar no son un fin, sino un medio.
En un ejercicio claro de autoconsciencia, hay ligeras pinceladas de un humor oscuro, vanagloriándose de la absurdidad del terror, hasta cierto punto recordándonos a ‘Creepshow’ (1982), proyecto al que diera luz George A. Romero junto al citado Stephen King. Brian Duffield ya dirigió y coescribió ‘Espontánea’ (2020), una comedia negra nada convencional, y aquí vuelve a demostrar que su sentido del humor es una rareza dentro del panorama actual. También declaró que la decisión de prescindir de diálogos surgió de forma natural, al darse cuenta de que con el guion muy avanzado el personaje ni había hablado ni lo necesitaría. Si bien es cierto que en alguna ocasión la costumbre nos incita a esperar que los personajes hablen, y que Kaitlyn Dever balbucea alguna que otra maldición, la fuerza de la historia se ve beneficiada por la ausencia de distracciones. Lo que ocurre y lo que se cuenta es todo uno, se transmite en el guion, con su opacidad y su desarrollo de personaje, mediante un lenguaje cinematográfico esencial y puro.




Sería absurdo por ello creer que, a estas alturas, el lenguaje verbal no aporta un gran valor al cine. ‘La llegada’ (2016, Denis Villeneuve) nos demostró que puede hacerse un cine impactante con dicho tema como eje central, incluso sin salirnos del mismo subgénero. Lo que encontramos en el largometraje que hoy nos ocupa es la oportunidad de rescatar formas de hablar al espectador, de leer las secuencias, y de transmitir el cine. Puede que ‘Nadie te salvará’ no sea perfecta, y que no vaya a suponer un antes y un después en un género al que ni siquiera se limita, pero tiene la importancia de las películas sobre las que merecerá la pena hablar a lo largo de los años venideros. Impacta en la pantalla y crece en el recuerdo. Sin palabras, tiene mucho que decir sobre el cine, y lo hace mediante dos verbos: mostrar y actuar.
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