Stan Lee, creador de Spiderman junto a Steve Ditko y una de las figuras más importantes de la historia del cómic, decía lo siguiente en una entrevista relativamente reciente:

“¿Sabes cuál es una de las mejores cosas del traje de Spiderman? Que está completamente cubierto, y por ello cualquier niño puede imaginar que es Spiderman, porque no se aprecia color de piel alguno. Podría ser negro, podría ser rojo, podría ser amarillo, podría ser de cualquier raza… Y esto no fue hecho a propósito; fue hecho accidentalmente… Pero es lo mejor que pudimos hacer: que cualquiera pueda estar bajo el traje”.

En uno de los momentos más icónicos de Spiderman 2 (Sam Raimi, 2004), el hombre araña trata de detener un tren que irremediablemente iba a estrellarse contra los edificios de Nueva York. En el fragor de su misión, el superhéroe pierde la máscara, pero consigue detener el tren y así salvar la vida de cientos de personas. Exhausto, Peter Parker se dispone a caer al vacío, pero es salvado por las manos anónimas de les usuaries del tren. Es el único momento de la saga cinematográfica original del superhéroe de Marvel en el que la gente puede ver a Peter, no al héroe idílico que tenían en mente. “Sólo es un chico”, dice uno de los neoyorquinos que podrá ver salir el sol al menos un día más gracias a ese chico. En el fondo, da igual quién estuviese tras la máscara de Spiderman, porque Spiderman es mucho más que un rostro.

A cualquiera le puede picar la araña. Spiderman no es sólo Peter Parker; hace mucho tiempo que dejó de serlo, y quizá nunca lo fue. Cualquiera podría haber estado en aquel museo de ciencias naturales junto a la araña; cualquiera de les neoyorquines del tren.

Me sorprende que los que abogan por mantener la esencia de sus superhéroes insignia no se hayan parado ni por un momento a reflexionar sobre los subtextos que los nutren. Recientemente ocurrió una de las polémicas más vivas de los últimos meses en lo referente a la inclusividad en los videojuegos y, en particular, en Spiderman 2. En resumen, en uno de los podcasts que puede escuchar el superhéroe como acompañamiento a sus constantes balanceos se utiliza el lenguaje inclusivo. ‘Une entomologue’, se dice, en referencia a un personaje no binario (en inglés utilizan el pronombre They para referirse a elle). Además de eso, aparece en determinado momento una pareja de chicos jóvenes a los que Spiderman ha de prestar ayuda, Black Cat se confirma como bisexual y toda una calle está adornada con banderas del colectivo LGBTIQ+. Evidentemente, esto generó una reacción furiosa de conservadores que abogaban porque se estaba mancillando la inmaculada esencia de Peter Parker y todo lo que representa Spiderman. ‘Lo han metido forzadamente sin pedir permiso’, decía uno. Pero, además, supuso el desconcierto de varios youtubers que decidieron quitar el podcast o aprovecharon para ridiculizar el lenguaje inclusivo y a quienes lo usan. La reacción es consecuencia de la guerra contra lo woke (la inclusión de los colectivos históricamente oprimidos y minoritarios en la ficción) porque se relaciona con la debilidad contemporánea frente a la dureza de los tiempos clásicos. Lo woke parece demoler los patrones de representación en el arte de masas, hasta ahora acopados por los mismos estereotipos y clichés dramáticos.


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SOBRE EL AUTOR

Un pensamiento

  1. Excelente el texto, compañero. Muchas veces estos hechos dicen más de la sociedad que de la empresa a la cual se adjudica un uso «woke» o de la mercantilización de los discursos progresistas. Muy preciso el análisis, y necesario.

    Un saludo desde Argentina!

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