Ahora todo nos gusta irónicamente. Cats ha sido la película estrella en esto. O bien ha parecido un esperpento o bien ha gustado de forma irónica y, puntualmente, de forma no irónica. Cuando algo te gusta de forma irónica no tienes que comprometerte, porque te gusta apreciando la distancia que separa la cosa en cuestión de todo lo que es tu gusto en sí. Eso te exime de tener que defenderlo e incluso de explicarte si te vienen a preguntar por qué te gusta. «Oh, no, es que me gusta de forma irónica«. Que te gusten las cosas de forma irónica te ahorra problemas y quebraderos de cabeza, pero sobre todo te ahorra debates. Y yo no estoy aquí para ahorrar debates. Estoy aquí para otras cosas. Hoy, en concreto, para declarar que Cats me ha gustado. Sin ironía. Y considero que es una buena película. Y ahora atusaos los bigotes, porque pienso explicaros por qué.

¿Hace falta explicar que Cats es originalmente un musical, basado en un libro de poemas de T. S. Elliot? No lo sé, pero me parece importante. Esencialmente porque, teniendo en cuenta que originalmente es un musical y que esto es algo sabido por todo el mundo, decir que Cats tiene «demasiadas canciones» es absurdo. Cats es el musical llevado al cine, y por lo tanto tiene muchas canciones porque la acción se desarrolla así. De la misma manera que tendría sentido que una adaptación fiel de La vida es sueño fuese en verso, tiene todo el sentido del mundo que Cats se base en canciones. Y no he traído a colación los poemas de T. S. Elliot por casualidad. Lo hago para situar, por supuesto, con una voluntad totalmente pretenciosa y, debo reconocerlo, porque a mi discurso le viene bien. Porque es la base de lo que vengo a exponer.
Los poemas de T. S. Elliot (Old Possum’s Book of Practical Cats, 1939) presentan algunos gatos (Jennyanydots, Growltiger, Rum Tum Tugger, Mungojerrie y Rumpleteazer, Deuteronomy, Mr. Mistoffelees, Macavity, Gus, Bustopher Jones y Skimbleshanks), pero para el musical de Andrew Lloyd Webber, eso no iba a ser suficiente. La idea de Cats es que los Jellicle Cats (los gatos jélicos) son una pandilla de gatos que se reúnen una vez al año para ver quién es el elegido para ascender a una nueva vida. Y con once gatos no es suficiente, así que en el musical encontramos también a Grizabella (que parte de otro poema de T. S. Elliot, no incluido en la antología por ser «demasiado triste para los niños», según explica Lloyd Webber), Munkustrap, Jellylorum, Bombalurina y Demeter (que se mencionan en el poema The naming of cats) y especialmente Victoria. Los poemas no pretenden tener ninguna historia detrás. Son composiciones sobre gatos y sus historias, sobre los comportamientos felinos y sobre las personalidades que tienen los personajes. Para el musical se presentó una trama que se podía oler en la antología: la reunión de los gatos a la luz de la luna jélica, en un baile jélico. Un baile que preparan a conciencia y por separado, que es importante, pero tan importante como lo es echar una siesta al sol de la tarde. Porque para los gatos, las prioridades tienen un orden muy particular.
Entonces, ¿es esa la trama? ¿Unos gatos que se reúnen y bailan? En parte sí, y eso ya estaría muy bien. Pero por otra parte, hay más. Hay mucho más.

Victoria es una gata blanca que es abandonada al principio de la película. Vemos cómo una mujer (o al menos alguien que lleva zapatos de tacón), la deja abandonada en un callejón en el que se acumulan la basura y los muebles viejos. Victoria pasa entonces de la vida en una casa (una buena vida para un gato) a la vida en la calle. De forma abrupta se encuentra en un entorno desconocido, que le resulta extraño y al que tiene que enfrentarse y adaptarse o morir. Los gatos callejeros se buscan la vida porque no tienen otra opción. En ese momento se encuentra con los jélicos, que empiezan a relacionarse con ella como lo hacen los gatos: intentando calibrar hasta qué punto les interesa Victoria, presentándose como gatos y como comunidad al mismo tiempo. El gato que más se acerca a ella es Munkustrap, el gato que no solo hace de maestro de ceremonias, sino que introduce todo el nuevo mundo a Victoria. Empieza por enseñarle a moverse (como vemos cuando sobre el banco le corrige y la acompaña en algunos movimientos), pero también empieza él cantando la canción que presenta a Jennyanydots (The Old Gumbie Cat). Además, acompaña y explica a Victoria todo lo que tiene lugar a su alrededor, porque es la recién llegada y necesita entender el mundo del que ahora forma parte. Y aquí es donde reside una de las dos claves de Cats: el mundo jélico es presentado a Victoria porque ahora ella forma parte de ese mundo, y los espectadores estamos como meros testigos, no somos gatos ni formamos parte de ese mundo, por lo tanto es totalmente normal que no entendamos nada de lo que Victoria sí entiende. Nada de lo que ocurre en el mundo jélico nos incumbe, no va con nosotros, nosotros solo acompañamos a Victoria en su entrada a esta nueva vida que le espera, no necesitamos entender lo que para ella se revela como natural. No somos jélicos. Estamos al otro lado de todo lo que ocurre.
Por otro lado, hay otra línea principal, que es la lucha encarnizada por ser el gato jélico elegido que ascienda esa noche. Todos los gatos participan con sus números musicales, pero Macavity es el que está dispuesto a todo para conseguirlo. Se dedica a hacer desaparecer de la escena a todos los oponentes que considera fuertes. En primer lugar, acosa a Victoria, que no desaparece porque realmente no tiene ninguna posibilidad, no tiene un número propio, acaba de llegar y no tiene sentido que sea elegida, aunque bien podría querer una vida nueva y diferente de la de gata abandonada. La primera de la que se deshace es Jennyanydots, que con su número con los ratones amaestrados y las cucarachas sometidas tenía posibilidades de ganar (porque este es el número jélico más deslumbrante, es un show de verdad, con coristas, con una protagonista que hace un cambio de vestuario a media actuación, con coreografías muy estudiadas y una ironía preciosa en que la gata gandula sea la más despampanante en su actuación, la primera en mostrar su número y la que brilla con más esfuerzo). Se deshace también de Bustopher Jones, el gato que lo tiene todo pero quiere más, la mascota de un magnate, que al mismo tiempo es un magnate en sí mismo, que no está contento con lo que se le ofrece y por eso se escapa de su casa para comer los restos que encuentra de los clubes. También quita del medio a Gus, el gato del teatro, que podría ser el gato escogido en honor a su trayectoria. Por supuesto, aparta de la competición también a Skimbleshanks, porque su actuación es un musical concentrado en apenas unos minutos brillantes: el momento del cambio de escenario, pasando del Egyptian a las vías del tren es una traslación directa de los cambios de decorado en teatro, y es este gato el que hace a los demás ir a una localización totalmente diferente sin ninguna acción real de desplazamiento, a diferencia de todos los desplazamientos anteriores. Su actuación es tan especial y tan onírica que Macavity se deshace de él sin siquiera hablarle, como había hecho hasta el momento. La actuación de Macavity , sin embargo, no ganará. Uno de los motivos es que en realidad no la ejecuta él, es Bombalurina la que baja en una luna de atrezzo, droga a todos los gatos y hace un auténtico show en honor de Macavity. Él solo aparece al final, para recoger la gloria que le exige a Deuteronomy. Pero la gata se niega, desatando la ira de Macavity que se atreve a tocar a la líder jélica, la gata más anciana.
Este gesto de Macavity, llevándose a Deuteronomy, desata en el resto de los jélicos una respuesta desesperada. Quieren salvar a la gata, pero no tienen la capacidad de hacerlo, hasta que Victoria sugiere que Mistoffelees la traiga de vuelta con su magia. Mistoffelees, que a estas alturas ya hemos visto haciendo varios trucos de magia, comprometido con su papel de mago y nos ha presentado en varias ocasiones su potencial mágico, sigue siendo tímido e inseguro. Y hasta que todos los demás gatos le demuestran su confianza en él y lo apoyan en firme Mistoffelees no cree en sí mismo y no consigue el mayor truco de magia: traer de vuelta a Deuteronomy. El caso es que ese momento mágico tiene las características de un truco de magia clásico, el tipo de truco que el vestuario y los complementos de Mistoffelees nos sugieren: cuando todos los gatos miran en una dirección, la magia, el truco, tiene lugar al otro lado. Como decía Atlas en Ahora me ves: Acérquense, porque cuanto más crean ver, más fácil será engañarles. La magia de Macavity, sin embargo, es totalmente contraria: cuando el resto le teme es cuando su magia es efectiva. En el momento en el que él tiene miedo, esa magia de la que hace gala en todo momento, queda anulada. No hay truco posible ante el miedo, y Macavity se queda estancado, inmovilizado sobre la estatua de la que no puede bajar. No se puede mover la mano que debe ejecutar el truco, y por tanto, no hay truco.
Y, de hecho, de eso va Cats. De una trama escondida y sutil que, en realidad, nos pasa desapercibida por todos los gestos que se nos hacen justo delante y nos distraen. Victoria es una distracción, lo importante en Cats es el ganador del Baile Jélico. Y la ganadora es Grizabella. Pero, ¿quién es Grizabella?

Grizabella era una gata glamour, una gata preciosa caída en desgracia por darse a la mala vida con Macavity. Es mal considerada por el resto de gatos, que la menosprecian por haberse unido al Napoleón del crimen, y vive en un descampado, alejada de todos. Y cuando nos fijamos vemos que cuando aparece, Grizabella está aún más tensa que el resto. Duda y se asusta de los demás porque sabe que la desprecian y no les gusta, y cuando los gatos tienen ese tipo de diferencias, acostumbran a atacar. Cassandra y Demeter dicen de ella que el cartero piensa que debería estar muerta, por lo tanto, vemos que está caída en desgracia para los gatos y para los humanos por igual. Grizabella se cuela en el baile porque sabe que no la dejarán asistir y vemos que la echan. Es la diva caída y abandonada, que ya no tiene ni la posibilidad de la esperanza. El hecho de que su primera actuación (la que iba a ser a efectos prácticos su actuación, porque no iba a actuar) sea Victoria es importante y significativo. Victoria es la nueva, que decide incluirla en el Baile Jélico de la misma manera que se la incluye a ella pese a no ser considerada todavía una gata jélica. Victoria no conoce todas las normas que rigen el mundo jélico, pero sí entiende la norma básica de que los jélicos siguen siendo jélicos pese a todo. De esta manera le acerca la victoria a la gata rechazada, participando además en su actuación. Grizabella, no teniendo esperanza se la da a Victoria, recién abandonada y justo acogida por los jélicos. Las gatas se ayudan mutuamente, porque Grizabella se ahoga en su sufrimiento hasta que gracias al gesto amable de Victoria, que la escucha y la acepta desde su mirada nueva e inocente, consigue coger aire. En ese momento Grizabella consigue sobreponerse para darse cuenta de que quiere otra vida, de que se atreve a desearla y decide que se lo merece y quiere intentar lograrla. Pero para llegar a ese punto ha tenido que aceptar su debilidad, que es lo que había evitado para mantenerse viva. Es el deseo de morir para renacer, o la aceptación de la muerte como paso previo a esa nueva vida deseada. Y cuando el resto de los gatos la ven alzarse desde su posición trágica para participar en igualdad con ellos, la respetan y la comprenden, aceptándola de nuevo. La historia de Grizabella renaciendo es la auténtica historia a explicar en Cats, la diva caída que resurge para exigir un final digno. Sin embargo, la trama de Grizabella se presenta de forma sutil, de manera que acaba ejecutándose como el truco de Mistoffelees: mientras el resto no mira. La trama de Grizabella presenta el mismo recorrido que su protagonista: se cubre de melancolía por el pasado vivido y cae en el olvido hasta que ella misma se plantea y se exige como merecedora de atención y del triunfo final.
El triunfo de Grizabella recuerda mucho al triunfo de Peggy en Camp Rock, porque se presentan de la misma manera. La historia de su triunfo queda en segundo plano, porque el foco está centrado en otro personaje, que pasa de ser un testigo a ser una nueva protagonista (Victoria/Mitchie). Así, el foco de atención queda dislocado y la historia se muestra de forma tangencial. No vemos de cerca cómo vive Grizabella la recuperación de su posición, vemos cómo Victoria ve el resurgir de Grizabella. Imitando el gesto romántico de observar al observador, contemplando al que contempla. Y, curiosamente, como en Camp Rock, Grizabella estuvo de lado del antagonista (que es Macavity en lugar de Tess), y al alejarse de su influencia es cuando recupera su posición, siendo algo diferente a lo que era antes. Grizabella no se deshace de su ropa raída, no cambia su vestuario, porque no lo necesita.

En mi opinión, en esta versión de Cats, el uso de la ropa no es casual. Se ha criticado que parece un uso aleatorio y que confunde, que hace que pese a que los actores no estén desnudos porque considerar que un gato va desnudo no tiene sentido, esa sensación se genere al ver a gatos vestidos quitarse la ropa. En el musical los gatos llevan ropa, pero está integrada de un modo diferente. Y la función de la ropa en la película es la de presentar la dignidad de los gatos que la llevan. La ropa de los gatos nos dice cosas sobre ellos. Mistoffelees que lleva el estilo que típicamente se asocia con los prestidigitadores, la lleva igual que Skimbleshanks, para relacionar y marcar ante todos los demás qué es aquello que los distingue. Algo similar ocurre con Bustopher Jones y Jennyanydots, pero de forma diferente: aquella ropa que llevan es lo que quieren mostrar al mundo, pero lo que hay debajo es lo que les representa de verdad. En el caso de Bustopher Jones, es un gato acomodado, pero en el fondo disfruta siendo un gato jélico y paseando por la calle. Jennyanydots se disfraza de gata gandula y vaga para mantener en secreto que es al tiempo una diva y una líder severa con su tropa de animales amaestrados (a los que mantiene a raya con la amenaza siempre constante de ser devorados en cualquier momento, pese a que les proporcione cuidados). Gus, por otra parte, lleva la ropa como la lleva Grizabella, raída y descolorida, rota, vivida. Porque ambos viven de sus recuerdos y se aferran a ellos. Sin embargo, Grizabella tiene que aprender a llevar la ropa como la lleva Deuteronomy, aceptándola como parte de sí misma. Así, la ropa le aporta la dignidad que necesita para sobreponerse. Tugger puede deshacerse de la ropa cuando quiera, porque no la necesita. Es suficientemente carismático como para no necesitar ninguna muleta emocional. Deuteronomy la lleva por los demás más que por sí misma, porque le tienen tanto respeto y consideración que no se la concebiría sin un abrigo. Por último, el uso que da Macavity a su ropa también resulta interesante, porque hace el camino contrario a Grizabella. Macavity se siente representado en su faceta criminal con su abrigo y su sombrero. Y en el momento en el que se deshace de él, lo hace para participar como jélico en el baile. Lo que pretende así es confundirse con los demás y ser reconocido como uno de ellos, para que Deuteronomy lo escoja. Se desprende de aquello que le es propio en favor de conseguir sus objetivos, y probablemente sea por eso y no por su espíritu criminal, por lo que Deuteronomy le niega el ascenso a la Cúpula Celeste.
Y una vez que hemos llegado hasta aquí, quizá os preguntáis sobre dos cosas. La primera, ¿no vas a hablar de qué es un jélico? ¿Por qué no paras de usar esa palabra si ni siquiera sabemos qué significa? Y la segunda: ¿por qué en todo momento lo inefable está presente, si la película entera está cantada, de manera que todo es bastante decible? Ahora mismo nos metemos en esos jardines, por supuesto.
La definición de los gatos jélicos no queda clara en ningún momento. Ni siquiera cuando acudimos a T. S. Elliot encontramos solución a esto. Los gatos jélicos son algo, y punto. A nivel personal, aplicado a la película y a sus personajes, lo he entendido como el grupo de gatos callejeros o que viven según las normas en la calle, que forman una comunidad. Pese a que algunos de ellos vivan en casas (como Mungojerrie y Rumpleteazer, Jennyanydots, Bustopher Jones), los vemos regirse por las normas de la calle, estando en consonancia con el comportamiento habitual de los gatos callejeros e incluso pasando tiempo fuera. Al mismo tiempo, los jélicos tienen un sentimiento de comunidad (porque Victoria no es considerada una de ellos hasta el final, cuando conoce las normas, a los demás y ha visto y participado del mundo jélico y su forma de vida), porque Macavity vive en la calle pero no es un jélico, a diferencia de Grizabella era jélica, es repudiada y luego aceptada de nuevo. El mundo jélico es algo que escapa a nuestra comprensión, pero no por eso es menos real: para los gatos jélicos tiene sentido y valor, y eso lo convierte en algo real y con un sentido, aunque a nosotros no se nos plantee como algo manifiesto. El significado de jélico es, por tanto, inefable.
La Real Academia de la Lengua define inefable como «que no se puede explicar con palabras». Proviene del latín ineffabĭlis, ‘indecible’. Sin embargo, en el Diccionario de uso del español (2000), de María Moliner,lo inefable se plantea así: «De tal naturaleza o tan grande que no se puede expresar con palabras», añadiendo que se utiliza «hiperbólicamente». En Cats la palabra inefable aparece constantemente. Quizá porque el lenguaje que utilizan los gatos para comunicarse entre ellos es imposible de traducir a palabras, o quizá porque lo inefable es intrínsecamente místico, como el Baile Jélico y como la acción que tiene lugar en la obra. Quizá de forma literal e hiperbólica, porque lo que ocurre con los gatos jélicos no se puede expresar con palabras, únicamente se puede comprender y aprehender observando y experimentándolo, de la misma manera que Macavity es inefable como gato, por su naturaleza criminal. Inefable es, entonces, todo lo que rodea a Cats, porque es parte de la vida, del comportamiento y de la comprensión del mundo de un grupo de gatos que, como espectadores, no tenemos por qué comprender ni poder poner en palabras.
El final de Cats nos deja con la sensación de la historia acabada, pese a que se resiste a finalizar. Grizabella asciende a la Capa Celeste, Macavity cae sobre una estatua de la que es incapaz de desaparecerse, Victoria ya es parte de los gatos jélicos. Pero entonces ¿qué? Al acabar Cats hay cosas que quedan a la deriva. Y es así como deben quedar. Cuando la obra empieza, Grizabella estaba a la deriva, y cuando la obra acaba, es Bombalurina la que queda en el aire. Después de tomar parte en el show de Macavity y no resultarle útil, él la abandona igual que hizo con la anterior, convirtiéndola en la próxima diva caída. Victoria, que no desea una nueva vida porque está ante su nueva vida, queda también a la deriva, viviendo con el resto de jélicos, que vuelven a sus vidas hasta el siguiente baile. Lo que ocurra a partir de ahí, es una historia que no tiene por qué ser explicada, porque en la vida las historias extraordinarias al acabar se diluyen en la vida cotidiana.
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