Vivir y sin embargo morir. Rodeados de certezas a pesar de que sólo haya dudas. ¡Benditas incertidumbres! ¿No os parece? Pensar. Pensar y no para de pensar es un regalo, no quiero ninguna discusión al respecto. Aunque sí, lo sé, no siempre desemboca en algo positivo.

No es que yo quiera certezas indiscutibles, es que no me gusta discutir. Objetarse uno mismo es un placer que proviene de aceptarse siempre incompleto, por hacer, en constante construcción. Decía José Luis Sampedro, según tengo entendido, aquello de que “uno escribe a base de ser un minero de sí mismo”. Y cuánto miedo da trabajar en una mina, pero si además te puedes perder en ella, ¡imaginad! Perderte en ti mismo, esa es la esencia de escribir. Es una experiencia terrorífica. Tan escalofriante como necesaria. El miedo es indispensable. El miedo es vida. Y la vida es una interminable mina.

No mires tanto qué buscas sino qué encuentras. Hay algo de verdad siempre frente a ti, pero no demasiada. Recuerda que alguna vez has sido una pequeña criatura y todo se veía diferente. Los ojos, los ojos se cansan y se transforman. Los ojos se adaptan a la búsqueda, al camino. Y qué desafortunado es cuando llega el otoño y mirar a la lluvia resulta tan difícil. No estás donde desearías estar. Ya llegará el momento, te dices. Y no hay momentos que no se escapen de tus manos.

Sin pretenderlo la vida está de nuevo vacía y estás escribiendo sobre el pasado. Así es como surgen las historias. No hay memoria, sino espacios. No hay palabras, sino dedicatorias. Comienza la línea partiendo de la experiencia que es llorar de impotencia, y se acerca lentamente a la amargura de no disfrutar los buenos momentos. En honor a los recuerdos sigues caminando y señalas en cada giro brusco que aún te queda algo de aliento, por si te equivocas, poder escribir otra página diferente.

Equivocarnos como herramienta para permitirnos ser frágiles, dejar la fuerza a un lado y poder rompernos, porque sólo así el puzle se rehace a lo largo del viaje. Recoges unas piezas en una parada, cambias de vagón y pierdes algunas. Llegas al trayecto y resulta que no entiendes la estación. Está en un nuevo idioma y vuelve el miedo; como si se hubiera ido en algún momento, como si hubieras olvidado que estás adentrándote en ti para buscarte y sólo te has distraído mientras caminabas. Estás de nuevo en el parque vacío donde te perdiste por primera vez.

El alivio, como una sábana a oscuras llega, para que descanses de tanto crecer. Es diminuto el aprendizaje y tan extensa la villa de la confusión, que es preferible dormir bajo la sombra que brinda la montaña de la ignorancia. Qué vacía está la edad. Cómo todas las ramas llevan al mismo lugar. Si el cielo no renuncia ni a una pizca de su dominio para qué luchar más. Sin augurar devenires pero siempre yendo al mismo infortunio, a parar. Nos tiembla la conciencia, cuando no quedan fuerzas ya.

Me obsesiona el tiempo porque resulta inalcanzable, porque puedo sentir sus cadenas y mis manos no lo pueden tocar. El tiempo que no es más que suelo sobre el que yacer, mientras la vegetación decide en qué convertirte. El mañana que siempre llega y nos cuesta entender cuál es su precio. Todos los avatares del destino que disfrazan de singularidad lo cotidiano, el hábito de ser nada. Me obsesionan y no lo puedo soportar, así que jamás lo admito. ¿Pero sabes qué? No siempre puedes ocultar las ganas de seguir adelante. Sé que las rodillas apenas se introducen en el mar y ya da miedo nadar, pero el horizonte no es enemigo sino oportunidad.

Hay una pequeña pausa, entre tanto, que es casi imposible de digerir. El fraude de la calma y la angustia de la autorrealización luchan por sobrevivir. Qué difícil es respirar bajo presión, en compañía del amanecer yéndose a lo lejos para no volver. La imposibilidad de vuelta atrás que ensordece el ánimo, que aprovecha cada instante para tejer la red donde descansan nuestras antiguas conversaciones sobre jugar a salvar el mundo. Ahora podría ser la última oportunidad para sacudirnos el barro y salvarnos a nosotros mismos. Quizás así podamos después caminar más. Incluso saltar.


Imágenes: New year new hope (Gor Gor Chan Ying Lee, 2021)
Imágenes: The Quad (Kristen Zirngibl, 2014)
3Imágenes: Tales of the Mystical Foxdragon (Naomi VanDoren, 2019)


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