The Legend of Tianding
Año de publicación:
2021
Jugado en:
Xbox One
Plataformas:
Windows
Nintendo Switch
Xbox One
Xbox Series X|S
Playstation 4
Playstation 5

Durante cincuenta años, la isla de Taiwán vivió bajo la ocupación del imperio japonés. Esto sucedió a consecuencia de la primera guerra sino-japonesa, en 1895, y finalizó tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, en 1945. El videojuego The Legend of Tianding, es un proyecto que comenzó en 2019, pero es heredero de otro menor que el desarrollador Maso Lin llevaba gestionando en Flash desde 2004. Ya con un nuevo equipo de desarrollo, pero contando con la persona que inicialmente concibió la idea, la obra ha tomado su forma completa. Desarrollado por el estudio taiwanés Creative Games and Computer Graphics Corporation, The Legend of Tianding nos sitúa en 1909, Taipéi, momento en que nuestro héroe, un joven proletario de la nación sometida, nacido en 1883, realizó una serie de actos de rebelión que le convertirían en una leyenda popular.
Para recorrer dichos actos, el estudio taiwanés nos propone una aventura de corte clásico. Desarrollo en dos dimensiones, plataformas y combates ágiles, niveles con secretos y una ciudad que sirve como centro de la historia. En este nexo a explorar, además podemos hacer algunas misiones secundarias, mejorar ligeramente a Liao, obtener coleccionables, o jugar a un juego de cartas tradicional llamado Four color cards.
La historia se presenta a través de multitud de diálogos estáticos, sin voces, lo que es una pena, ya que un doblaje con voces propias de Taiwán habría culminado lo que es, por otra parte, una ambientación muy conseguida. No hay traducción al castellano disponible, pero el nivel de inglés requerido para avanzar sería mínimo, y para entender la historia bastaría con algo más que un nivel básico. Estas conversaciones intercalan ocasionalmente el uso del cómic taiwanés, el manhua, que nos introduce en la acción de una forma mucho más detallada y espectacular. Y es que gráficamente The Legend of Tianding es más inteligente que portentoso. Los modelos y el 3D de lo que está a nuestro alrededor son más bien simples. Una ligera capa de sombreado plano, o cel shading, ayuda a cubrir carencias y nada termina resultando gráficamente deficiente. Las animaciones son fluidas y precisas. Sin embargo, este uso del cómic y las conversaciones se torna útil sobre todo para desarrollar a los personajes y el contexto.

Tianding es representado como una suerte de Robin Hood asiático, llegando a darnos la posibilidad de dar limosna a personas que viven en la calle a cambio de coleccionables. Esto determina el curso de la historia, ya que nos enfrentamos a una corrupción y opresión social que viene desde arriba, obviamente, y nosotros tenemos que luchar para ayudar a las personas de clase trabajadora así como a todo aquel que esté indefenso o sea víctima de la injusticia social que nos rodea. La fuerza de la historia gana enteros por la forma en que está contada, ya que de otra forma podría resultar excesivamente simple; y es la fuerza de nuestras tortas la que permitirá que avancemos a lo largo de ella.
El combate va cobrando cierta complejidad poco a poco, sin llegar a abrumar, y tanto impactos como movimientos funcionan para entender y sentir cada acción. La base es simple, y es que contamos con un botón de golpeo, uno de salto y uno de esquiva. El primer añadido a esta base, y que marcará los combates para el resto del juego, es el uso de una faja roja de Kung Fu, usada para desarmar a nuestros adversarios tras debilitarlos un poco, y obtener su arma con un número de usos limitado. Esto da una variedad más que suficiente al combate a lo largo de los niveles, que es donde se suceden prácticamente sin cesar, salvo por pequeñas secuencias de puzles y plataformeo. Terminaremos contando con más habilidades, y una serie de sellos entre los que seleccionaremos lo que más nos convenga para mejorar determinados aspectos a la hora de combatir o explorar. Mejoraremos nuestra cantidad de vida, resistencia, o la cantidad de bollos de los que disponemos para restaurar salud.

Juega con el entorno de forma poco sutil, pero esto sirve para que tanto plataformas como rompecabezas sean una experiencia ligera que hace dos funciones: dar variedad y dar sentido a los coleccionables y secretos. Estos coleccionables son, a su vez, también de razón dual de ser. En la lista donde podemos ver lo que hemos ido obteniendo, veremos que cada objeto cuenta algo de la historia de Taiwán, desde un diccionario escrito por un misionero, hasta botellas de vino propias de la época; pero además, cada una de estas reliquias nos dará pequeños bonus de estadísticas, como perder menos monedas al morir, o hacer más daño con nuestra arma principal. Los niveles están repletos de pequeñas secciones dedicadas a descubrir estos pequeños secretos, que en ocasiones terminan en un combate de rigor para abrir el cofre que andábamos buscando. Inicialmente disponemos de un gancho y un doble salto, que servirán de ayudantes y compañeros en el plataformeo, más adelante se une alguna que otra habilidad más. En líneas generales, la exploración aporta un dinamismo modesto pero necesario para que el combate, el plato principal, no resulte excesivo. No podría llegar a considerarse un metroidvania, ya que aunque podemos volver a revisitar los niveles, no hay realmente una necesidad de volver atrás para poder avanzar, el desarrollo nos lleva únicamente en un sentido, hacia delante.
Los combates con jefes finales son tratados como debe ser en una juego de este género. Tienen un carisma trabajado previo al enfrentamiento, habilidades y rutinas únicas que debemos aprender a contrarrestar y prevenir, y determinan los picos de dificultad. Los combates generales entre niveles aportan más gusto por la acción que un reto en sí, pero cada enemigo final nos obliga a tomarnos en serio las posibilidades de nuestro personaje. El uso de la faja marca incisos en los que hemos debilitado al adversario y el combate toma un rumbo ligeramente diferente. El escenario tiene siempre una pequeña participación en la forma de luchar que requiere la situación. Estos combates sirven para recordarnos que la raíz de The Legend of Tianding es, ante todo, el videojuego clásico.

La experiencia dura lo justo, entre las 5 y 10 horas, dependiendo de nuestra prisa, habilidad, y necesidad de completar todo. No podría durar mucho más, en todo caso, ya que trata de respetar los acontecimientos que popularmente se cuentan en la leyenda de Tianding. Y es que, aunque forma parte de la historia del país, buena parte de las características del personaje pertenecen más al plano de la fábula que de los hechos. Sea cual fuere la realidad, su valor reside en el mensaje, que ayuda a dibujar una perspectiva histórica que, al pertenecer al lado de los oprimidos, necesita una divulgación que ayude a entender y recordar. En este sentido, la obra de CGCGC cumple tanto o más que como videojuego en sí. Como una buena mecánica de juego, podríamos decir que The Legend of Tianding cumple dos cometidos que combinan perfectamente, nos permite disfrutar jugando algo que ya conocemos pero está bien ejecutado, y nos hace conocer algo que quizás desconozcamos pero resulta atractivo de descubrir.
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