Este texto ha sido patrocinado por No Soy Freak, compañero de medio y también mecenas de Espada y Pluma.

AUTORA: DEBORAH LÓPEZ RIVAS

Paisajes pixelados. Distopía. Luisiana. Familia. Pasado, presente y futuro. Petroquímica. Trauma. Realismo mágico. Y un yo fragmentado, casi deshumanizado. Eso es, a grandes rasgos, Norco, el trabajo de Geography of Robots publicado por Raw Fury, uno de los videojuegos que han marcado 2022. Difícilmente categorizable, tanto en su contenido como en su contenedor, el título hibrida las aventuras gráficas point and click, la novela visual y ciertos elementos del RPG en una vasta región tiranizada por una macro corporación del petróleo. Antes de seguir, debo advertir que todo parecido con la realidad es pura intención deliberada.

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Nuestra protagonista tiene cuentas pendientes en su hogar natal, Norco, al que regresa a regañadientes. La muerte de su madre tras una larga enfermedad y la desaparición de su hermano no solo avivan sus dicotomías íntimas, sino un último caso comprometido en el que trabajó su progenitora. La búsqueda, que en los primeros compases del juego nos asaltará, habiéndose enredado como una madeja de lana antes siquiera de haber pisado una vez más la casa familiar, será un legado que finalmente tendrá consecuencias globales abrumadoras. Porque a las conspiraciones empresariales, se les unen una serie de decisiones personales y colectivas acaecidas incluso antes del inicio del juego.

Así, lo que parece que tiene sentido a medida que exploremos, deja de hacerlo en el siguiente capítulo. En aproximadamente 7/8 horas de duración, el realismo mágico inunda la obra, lo que no nos disocia de la trama principal nutrida con otras corrientes, como la ciencia ficción. Esa es la belleza de la decadencia que Norco sabe exponer, transitar y acentuar, como si se tratase del deslizar de una barca en pantanos agrestes e indómitos. Las sensaciones de peligro y de persuasión son tan fuertes y antagónicas, que no es posible marcharse sin que haya dejado una huella en la persona jugadora. Avanzar sabiendo cuál es la tarea pero no el sentido de la misma, es tan satisfactorio como ganarle el pulso a una macro corporación. 

Pareciera que Norco abarca un sinfín de críticas. Hacía el desarrollo tecnológico, la explotación feroz de los territorios y las personas, la precariedad laboral, la contaminación y el cambio climático, las clases sociales y las desigualdades, las relaciones humanas… No obstante, todas ellas convergen en el capitalismo agresivo y patriarcal, aquel que diezma a su paso; sin consecuencias, pero con secuelas irreparables. El horizonte de Norco es el constante recordatorio de esto. Un paisaje que la protagonista quiere borrar de su mente, de su corazón y de su cuerpo, aunque es el lugar al que regresa como el foco de toda una vida: la suya y la de sus parientes.

Resolver los rompecabezas presentes en el título equivale a desenredar el misterio, saltando a través de las vivencias de madre e hija. Ambas, nacidas de una estirpe con raíces en un Norco moribundo, cuna de conexiones corrompidas e historias trágicas exquisitamente narradas, y en la que cada personaje involucrado tiene un papel en los acontecimientos. Todos ellos se desencadenan al margen o, mejor dicho, a pesar de las voluntades individuales, es decir, toda una colectividad de entidades anexadas (plantas, animales, dispositivos tecnológicos…), por distintas intenciones, que a simple vista carecen de anclajes. Pero Norco nos señala de forma constante que todo, absolutamente todo, está conectado entre sí. 

De hecho, el mapa mental de la protagonista es, a pequeña escala, una estructura ejemplificadora. Que no hayamos desbloqueado la información para entender ese hilo conductor, no quiere decir que no se dé o no exista. Por tanto, a medida que averigüemos datos clave con investigación, descifrado de puzzles variopintos y una suerte de conversaciones, el entendimiento místico llega. Y lo hace a través de una localización y traducción impecables, a pesar de los tecnicismos, de lo onírico y de lo absurdo que abundan en el juego. Aunque puede que esa comprensión tampoco sea la que esperamos, ni de la forma en que queríamos que apareciese. 

Por tanto, moviéndonos por el reducido número de localidades de Norco y alrededores, acercándonos y escuchando con atención a las personas que hallamos en los escenarios, advertiremos que no solo ampliaremos lo que sabemos de ellas, de otras y de los lugares que habitamos, sino de nosotras mismas. Esto es así puesto que, lentamente, la protagonista se reconoce y reconoce el entorno más allá de las cuatro líneas de neón que perfilan una relación o una carita, aportando otros matices a los pensamientos que nos acompañan desde el primer minuto del juego. No obstante, dichos personajes secundarios o terciarios no se limitan solo a aportar información o matices a la trama principal, sino que sobresalen por lo pulido de sus personalidades y circunstancias costumbristas. A algunos, será forzoso escucharles para progresar, mientras que a otros llegaremos voluntariamente.

En sí, la elección, o su sensación en ciertos momentos, forma parte del ADN dispar del juego, hasta si se trata de pelear. Si bien algún combate es inevitable, otros nos seducen a probar nuestro ingenio con la opción de los enigmas. Por ejemplo, descubrir cómo mover drones o sabotear una máquina puede aliviarnos el paso hacia nuestro objetivo, si es que queremos evitar una masacre. De esta manera, una parte del derramamiento de sangre es opcional, e igualmente puede omitirse si decidimos que se encargue el propio funcionamiento interno del título. En sí, la mecánica no es especialmente difícil, pero demuestra la abrumadora maestría con la que Geography of Robots ha incrustado distintas opciones y jugabilidades (casi opuestas) sin que se vuelvan disonantes, y a la vez sin que sean un obstáculo para la persona jugadora ni el progreso del título.

«Todos ellos se desencadenan al margen o, mejor dicho, a pesar de las voluntades individuales, es decir, toda una colectividad de entidades anexadas (plantas, animales, dispositivos tecnológicos…), por distintas intenciones, que a simple vista carecen de anclajes. Pero Norco nos señala de forma constante que todo, absolutamente todo, está conectado entre sí». 

A grandes rasgos, Norco es apabullante. Esa magnitud atrapa a cada minuto con una identidad arrolladora, especialmente en lo estético y en lo narrativo. Entrar en esta obra es como ser atravesado por una multitud de cuestiones que van más allá de la superficie, ya que impregnan cada pieza y cada detalle del videojuego hasta penetrar en la médula de la obra y en la persona que la experimenta. Habiendo trasladado el epicentro a las tierras de Luisiana, poco visitadas, proyectadas y expuestas en el medio, y mezclando a placer componentes que parecían destinados a no encontrarse en un mismo emplazamiento, el videojuego de Geography of Robots podía haber estado destinado al fracaso. En cambio, se ha convertido en una obra memorable para el presente y el futuro del medio.



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