Geralt de Rivia se ha convertido en uno de los protagonistas más populares de los videojuegos y la literatura fantástica. El personaje que inventó Sapkowski y más tarde popularizó mundialmente CD Projekt es uno de naturaleza peculiar, que responde a ciertas características del héroe pero rompe radicalmente con otras. Es, aunque se diga que le falta personalidad y carisma, uno de los personajes más interesantes y sobre los que más se puede aprender al ahondar en él y en lo que gira alrededor de él.

Ayer por la noche pensaba en salvar el mundo. Esta mañana en salvar la humanidad. Pero, en fin, hay que tomar tareas a la medida de nuestras fuerzas. Y salvar lo que se puede.»

Geralt de Rivia no es un héroe. Puede parecer que lo sea porque resuelve problemas y está inserto en una trama gigantesca; pero no cumple todos los requisitos para hacer de él el eje de un monomito en su sentido tradicional. Sus pulsiones internas no son las de un héroe, ni su papel en la historia es el de tal. En el fondo, es un personaje que se labra más enemistades que amistades. A pesar de todo el bien que ha hecho, a pesar de tratar siempre de elegir el mal menor y no tomar partido en asuntos ajenos, es recordado por ser el carnicero de Blaviken, cuando decidió acabar con unos bandidos para defender a los inocentes aldeanos que pretendían atacar. Es un personaje que sufre del racismo al que están sometidos los brujos, considerados no humanos por muchos, cuasi monstruos para algunos. En la mayor parte de la aventura, Geralt está solo y debe apañárselas por sí mismo. Poca gente se preocupa por él y, a la postre, por poca gente se preocupa Geralt. Y, aunque una trama mayor gire a su alrededor, en el fondo las historias más interesantes y las que más tiempo ocupan son las pequeñas y a priori insignificantes: las cacerías de Geralt de monstruos rescatados e interpretados del folklore polaco, los dilemas morales irresolubles en los que sólo se puede elegir mal, los viajes con la única compañía de Sardinilla; ahí está el foco de The Witcher, de los relatos de Sapkowski y, en buena medida, de sus novelas. Las historias mayores en las que se mueve Geralt son circunstanciales y transitorias; lo que siempre pervive es su trabajo de cazamonstruos.

Como decía, aunque se ve envuelto en una trama de gran envergadura, Geralt no es más que otro peón que varios nobles intentan utilizar a su antojo y el propio personaje ha de aceptar los contratos que le proponen campesinos, comerciantes y oficiales con tal de sobrevivir. En los videojuegos es especialmente interesante esta concepción, porque justifica una de las mecánicas más clásicas de los RPG o juegos de rol: los cientos de misiones secundarias que el personaje tiene que cumplir a modo de recadero con el único beneficio de unas monedas o puntos de experiencia que nos permitan continuar la aventura. En The Witcher III esto se es así, pero la fuerza de las historias y el contexto hacen que no concibas las misiones secundarias y los contratos de brujo como una vulgar forma de alargar el juego sino como el foco y la verdadera sustancia de la obra. En las novelas a veces se explora aún más este concepto, donde encontramos un Geralt por momentos hambriento que vaga de aldea en aldea con tal de conseguir un contrato que le permitiese llevarse un trozo de queso y una hogaza de pan a la boca. Geralt es antes un mendigo, un caballero andante sin pizca de caballería, un desgraciado; que un héroe al uso.

Hoy puede que visite a un barón que le ceda una habitación llena de sedas y tapices, pero mañana puede que tenga que dormir a la intemperie porque ya ha acabado su contrato. Los brujos existen porque deben cumplir una misión: acabar con los monstruos. Son los que tienen las habilidades necesarias para hacerlo, y existen porque la sociedad necesita echar mano de ellos de vez en cuando. En el momento en el que la sociedad no requiera de sus servicios dejarán de existir, como se puede intuir que está ocurriendo en la historia de libros y videojuegos, donde todas las escuelas de brujos menos una se han extinto y de esa solo quedan unos pocos, dispersos y sin apenas aceptar nuevos miembros.

Queda patente que los brujos no son héroes, ni tampoco Geralt, sino especialistas de la espada y los monstruos. No tienen la capacidad ni la posibilidad de ir mucho más allá. Su ambiente es el subterráneo, el segundo plano. Son seres extraordinariamente hábiles, pero lo único que les hace sobrevivir es el ser útiles para el resto de una sociedad que les desprecia. Son los que resuelven los problemas que nadie más puede ni quiere resolver. Son profesionales, no héroes.


Espada y Pluma te necesita

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