Un lienzo se muestra ante mí. Un lienzo en el que veo a una chica cantando, Gris. La chica está rodeada de colores, pero tan pronto pierde la voz, los colores se apagan para mostrar un lienzo triste, sin vida, sin esperanza. Gris es el primer juego de Nomada Studio y a pesar de ser un juego preciosista y con un mimo increíble apela a un público que si no ha sufrido el mismo mal que su protagonista, puede quedarse justo en lo narrativo.

La vida es un conjunto de colores

Gris es un juego que entra por todos los sentidos. Muchos nos quedamos maravillados al ver la preciosa dirección artística que tenía el juego en sus trailers iniciales, mundos que parecían (y están) dibujados a mano, acuarelas que se cernían sobre el lienzo que era su mundo, un espectáculo visual.

El trabajo que ha hecho todo el equipo de Nomada Studio para otorgar vida al universo de Gris es increíble. Empezaremos (al igual que un artista) con un lienzo donde destaca el blanco y negro para que, a medida que vamos avanzando por el juego y por la mente de nuestra protagonista, vayamos añadiendo distintas tonalidades de color.  

Tampoco puedo olvidarme del enorme trabajo que se ha hecho en la banda sonora del juego, que corre a cargo de Berlinist.

Melodías que casan a la perfección con lo que se está viviendo en cada momento del juego, dando tiempo para el descanso cuando es necesario o añadiendo cambios de instrumentos para destacar un momento de tensión dentro de uno de calma.

 

El maravilloso tema Perseverance refleja a la perfección los matices de la OST.

Toda esta experiencia para los sentidos va acompañada de una jugabilidad sencilla pero que funciona a la perfección. A medida que avancemos por la aventura Gris irá consiguiendo nuevas habilidades que nos permitirán avanzar por los colores que se ciernan sobre el mundo, mostrándonos nuevas perspectivas de la mente de Gris y nuevos desafíos a ir desbloqueando. Cada mapa ofrecerá distintos coleccionables que se podrán adquirir dependiendo de nuestras habilidades, con lo que el mundo de Gris no se quedará solo en los puzzles y las plataformas, tendrá pequeños matices de metroidvania para aportar algo rejugabilidad al título.

Algunos medios se han quejado de su sencillez, pero es que Gris no quiere ser un juego difícil. Gris, al igual que Celeste, quiere ser un juego que te lleve por un viaje, por una aventura por los sentimientos de su protagonista y cómo consigue superar un monstruo que la acosa.

La narrativa, al igual que la pintura, se diluye

Gris no tiene una historia como tal. No hay diálogos, no hay una narrativa directa en la que puedas leer la historia de la protagonista. Al igual que el magnífico Journey de That Game Company, Gris quiere que el jugador sea el que lea entre líneas, el que observe y entienda qué está sucediendo en la mente de la protagonista.

Gris quiere hablar de la superación personal, de la destrucción de uno mismo y la reconstrucción de una persona al superar un monstruo tan horrible como es la depresión. Todo esto queda claro en los primeros compases del juego, cuando el universo se torna gris y nuestra protagonista no tiene fuerzas siquiera para tenerse en pie.

Habrá momentos en los que Gris parezca alegre y que disfruta de lo que está viviendo en ese momento, pero el juego se encarga de manifestar sus ansiedades y temores para destrozar lo que sería un instante precioso. La narrativa de Gris consiste precisamente en esto, superar el enemigo último (que se manifiesta de diferentes formas) e intentar alzar el vuelo de nuevo hacia nuevas metas.

Sin embargo, no ha conseguido calarme. Conozco personas que han sufrido depresión y han jugado al juego para decirme que les ha sido imposible avanzar, que es demasiado fidedigno a cómo representa las sensaciones que se tiene cuando uno sufre esa terrible enfermedad, pero yo no he podido sentir lo mismo.

No he sufrido depresión, pero sé que es vivir con una persona que si la sufre. No me he enfrentado a ese monstruo, pero si he visto cómo es que una persona tenga que vivir con ese parásito día a día afectando no solo a su salud, si no a la salud del resto de las personas que la siguen. Es una bestia que no se detiene, que absorbe todo lo que hay a su alrededor y que cada vez se hace mayor, llegando a devorar a la persona que la porta. He vivido esa enfermedad desde fuera, y encuentro en Gris una exposición clara de los síntomas, pero no consigue llegarme al corazón.

Celeste es un juego que trata exactamente lo mismo, pero lo hace de una forma distinta. Te hace empatizar con una serie de personajes que sufren depresión o necesitan un cambio en su vida y la narrativa se construye de tal forma que acabes sufriendo por los personajes, pero Gris no ha conseguido eso en mí. Es cierto que hay un par de momentos en los que he sentido pena (cerca del final del título), pero nada más que unos instantes.

No todo es blanco o negro

Mis pensamientos finales con Gris no son negativos, a pesar de que lo pueda parecer. Creo que es un grandísimo primer título para Nomada Studio, que aporta mucho en cuanto a cómo el videojuego puede llegar a ser arte, con una banda sonora maravillosa y una dirección artística que hará las delicias de cualquier persona que tenga ojos y oídos. A pesar de mis problemas con la narrativa, estoy seguro que toda persona que haya experimentado algo semejante en su vida podrá sentir más que lo que yo he sentido al jugar a Gris.

Si tenéis 16 euros, Gris es una compra asegurada que no os dejará indiferente.


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