El musgo en las ruinas es una compilación de tres cuentos de Fantasía que pretende cerrar una etapa importante en la creación literaria de su autora.
«Las lágrimas de Lianna» narra los dilemas existenciales de una joven sanadora marcada por el destino de su tribu para ser esposa y madre de héroes, roles que no entrañan ningún sentido para ella.
«Canción de grillo» narra el peregrinaje de una pequeña niña, maltratada por su madrastra y perseguida por el mal primigenio del bosque, hacia la transformación que supondrá su liberación.
«Memoria» narra la vida y aventuras de cuatro amigos que salen a los caminos del mundo en busca de legendaria ciudad del mismo nombre, morada de héroes.
Las lágrimas de Lianna
Por Jorge García
En muchas ocasiones, nos encontramos novelas sociales que tratan de establecer marchamos definitivos sobre asuntos que están constantemente mutando, de manera que acaban siendo poco trascendentes. Sin embargo, el género fantástico, con su enorme poder metafórico y alegórico, acaba teniendo una resonancia mayor a la hora de hablar de la verdad de las cosas. Las lágrimas de Lianna nos habla de una de esas verdades: la de los roles de género y la sempiterna atribución de la mujer a un papel de cuidadora (sanadora) del hombre.
El estilo de Paula es poco descriptivo; le interesa más la exploración de las verdades más profundas: las de los sentimientos y las relaciones que se establecen en una tribu dividida en hombres y mujeres por un río (un río metafórico, si lo extrapolamos a la realidad actual), donde los hombres asumen el papel de cazadores y héroes y las mujeres el de sanadoras. Encontramos aquí reflejada la relación social más importante que se lleva trazando en la historia entre hombres y mujeres, especialmente evidente en la Historia pre-Contemporánea. El papel al que se ven sometidas las mujeres de la tribu no es otro que uno de naturaleza suplementaria; viven a expensas de las necesidades de los hombres, dependen estructuralmente de ellos y el espacio que se les otorga para su propia libertad es prácticamente nulo. Su papel es el de engendrar héroes y después llorarlos para que sanen. Esta metáfora, de gran calado, está perfectamente reflejada en el cuento.
Toda su vida como mujer consumida en su rol de sanadora, esposa, madre. Toda su vida sin descubrir su verdadero nombre, o sin encontrar el verdadero sentido del que portaba desde siempre.
Toda su vida sin llorar por ella misma, al igual que tantas otras mujeres que la habían antecedido y que sin duda la sucederían.
La liberación de Lianna de las ataduras de la tribu no es más que la liberación de la mujer de las ataduras de un sistema y una cultura que la mantiene maniatada y le impide vivir su propia vida. Decía Virginia Woolf que «la mujer necesita dinero y una habitación propia si desea escribir», es decir, que necesita de independencia propia y desligarse de las costumbres y la tradición que la relegan a mera comparsa y cuidadora para cumplir con una vida que le sea verdaderamente propia.
Las lágrimas de Lianna consigue condensar una metáfora de enorme profundidad en apenas 12 páginas; consigue que el tema permee al lector y encauzar la lectura con mucha solvencia. Es un cuento que, creo, recomendaría a un espectro de gente muy amplio, por el tema que trata y cómo lo trata.
Canción de grillo
Por Alejandro Martínez
Considero que, como crítico, en cierto modo la honestidad es probablemente el mayor valor que puedo aportar a la hora de enfrentarme a un texto. Y en este caso concreto se vuelve aún más importante porque, honestamente, no sé hasta qué punto puedo estar capacitado para “juzgar” de alguna manera el trabajo de Paula Rivera Donoso con su cuento de fantasía Canción de grillo.
No me dedico al diseño de videojuegos, ni he estado a cargo de una gran superproducción de Hollywood, y aún así esa sensación de “incapacidad” o “incomodidad” no es algo que contemple (al menos de manera consciente) cuando tengo que combatir el síndrome de la hoja en blanco con cualquiera de esas artes, pero es algo que aquí me resulta más evidente (creo que) al funcionar ambos trabajos en el mismo medio y valerse del formato escrito los dos ¿Qué puedo decir yo sobre un cuento de alguien que lleva multitud de cuentos, textos académicos y ensayos publicados que no lo diga ya su propio trabajo?
Lo único que me queda para defenderme es mi propia experiencia y sensaciones al leerla y enfrentarme a ello de manera honesta.
Canción de grillo es parte de El musgo en las ruinas, una recopilación de tres cuentos de fantasía firmados por Paula Rivera Donoso que, como ella misma dice, “pretende cerrar una etapa importante en la creación literaria de su autora”. Cuentos y fantasía son palabras capaces de dibujar imágenes muy claras en la imaginación colectiva, y la escritora parece más que consciente de esto a la hora de utilizarlo para sorprender y subvertir las expectativas del lector, iniciando el relato con un árbol parlante (los bosques con elementos mágicos son algo clásico de la literatura de fantasía) y hablando de manera críptica sobre “ellas”, y mencionando a su vez niños y deseos. Es fácil pensar ante esta imagen en referentes como el país de Nunca Jamás con sus niños perdidos y que al hablar de “ellas” nos vengan a la mente figuras de hadas, asociadas comúnmente a los deseos. O al menos lo fue en mi caso.
Pero su estructura narrativa juguetea en lugar de conformarse con la forma del cuento clásico. Así, salta de párrafos un poco más largo a frases cortas que conforman un ritmo con una cadencia mucho menos regular y que se acercan a una aproximación poética del texto, acorde a los elementos de fantasía que combina con el drama.
Porque Canción de grillo se torna poco a poco más oscuro conforme avanza la narración y lo aleja de la visión arquetípica del cuento infantil sin que esto signifique que abandone la forma de un cuento. Quizás ese giro a la oscuridad indica precisamente lo contrario, que su autora bebe directamente de los cuentos clásicos de verdad: Recordemos que pese a la versión de Disney en 1937 de Blancanieves, en una de las versiones de los hermanos Grimm la bruja era obligada a bailar hasta la muerte embutida en unos zapatos incandescentes, y que Pinocho en la obra de Carlo Collodi nunca fue un niño de verdad, si no una marioneta que aplastaba al grillo parlante con un martillo y acababa ahorcado después de que le robasen sus monedas de oro el gato y la zorra.
Paula Rivera Donoso consigue en Canción de grillo, valiéndose del uso que hace de los diálogos, evolucionar la imagen mental más amable que pinta en un inicio de un bosque de fantasía a una historia salpicada con tintes más macabros y tristes. Incluso habla de estos sentimientos en la cabeza de la niña protagonista, mencionando de forma explícita el miedo y la tristeza.
Aunque no se limita sólo a eso. La literata reviste su discurso y descripciones de metáforas de gran belleza, de imágenes mágicas… No es sólo la estética por la estética, si no que se averigua un trasfondo detrás de todas esas letras. En las páginas de Canción de grillo hay, además de un cuento precioso, una filosofía que sustenta todo como el esqueleto de una forma de vida en el que se ha volcado tanto su forma de contemplar literatura como la existencia y el ser; hay un mensaje sobre la esperanza y el aprender.
Memoria
Por Nacho Prieto Ponce
Leer un libro no es sólo seguir con los ojos una concatenación de palabras. Leer un libro es un conjunto de experiencias que te guían por una historia, por un entorno conocido o por explorar: leer un libro es vivir una nueva vida. Es por eso que Paula Rivera Donoso con su libro “El musgo en las ruinas” me ha acompañado en una nueva experiencia que ha empezado en el momento en el que el olor a libro nuevo ha sido reemplazado por la tinta digital y cuando las historias de cientos y cientos de páginas han dejado paso a una fugaz aventura; y lo más importante de todo es que ha conseguido esto sin perder en ningún momento la magia de los mundos de ficción y fantasía.
Memoria narra la historia de Aethos, un joven que abandona su pueblo natal en busca de su padre, un legendario héroe que reside en la ciudad que da título a la historia. En su periplo se cruza con Merinia, la joven guía del pueblo; con Gormag, un grandullón con un gran corazón y con Escheril, un estudiante de mago que es expulsado de la Academia.
La historia deja entrever al principio el patrón estándar del monomito de Joseph Campbell, y un ejemplo es que en la primera página ya se cita al “Héroe de las mil caras”. El protagonista pasa rápidamente los tres primeros estadios del monomito: llamada a la aventura, Aethos decide que partirá en busca de su padre; asistencia, a la salida del pueblo se encuentra con Merinia, un joven amor que decide acompañarle en el viaje y por último partida, nuestro protagonista, ahora en compañía, se adentra en el mundo extraordinario para empezar su aventura, por caminos que se cruzarán con el resto de personajes. Llegados a este punto, el lector espera, quizá con cierto tedio, que la autora siga narrando los previsibles estadios del monomito y es entonces cuando rompe completamente el ciclo del viaje del héroe y empieza a sacar provecho de lo trepidante de las novelas cortas.
Primero se da a conocer la historia de Gormag, y bastan un par de páginas para que te encariñes con el niño adulto, el arquetipo de gigantón sin sesera, que durante la historia demuestra su gran amor y conocimiento de la herbología. Un par de capítulos después se narra la historia del cuarto y último integrante del grupo, Escheril, un mago proveniente de una humilde familia que lo abandona todo en pro del estudio de la magia. Durante su examen final, el gran Archimago se entera de su historia y decide exiliarlo: rompe su varita y le obliga a vagar por el mundo para aprender el verdadero sentido de la magia.
La autora plantea un curioso funcionamiento de la magia: más allá de aquellos que se dedican al estudio de la magia y que profundizan en ese arte (quienes da a entender que utilizan varitas y pronuncian conjuros), cada persona tiene lo que la autora llama “Poderes Innatos” y se presenta como una afinidad hacia uno de los elementos.
La magia no es sino eso: comprender el verdadero lenguaje de las cosas, el que nace de la fusión de uno con el universo.
El viaje se condensa en un único capítulo donde la evolución de todos los personajes se vuelve, no tan sólo evidente, sino fascinante. Y poco a poco, como en todo grupo, algunos de los integrantes marchan. Uno de los puntos a favor que he encontrado al leer esta historia es que la autora combina a la perfección los elementos fantásticos con la realidad cotidiana, y ambos se mezclan en una armonía que te sumerge en la aventura y te invita a pensar en que todo es posible. La muerte de algunos personajes es tranquila y emotiva, la de otros, heroica e intrépida pero todas ellas invitan a una bella reflexión quizá por quiénes fueron o por cómo nos dejaron, pero tal y como dice Merinia tras la muerte de Gormag: “El camino sigue y sigue,…”
Todo este simbolismo que rodea a la obra y los personajes fluye durante todas las líneas y estalla ante la ciudad de Memoria. Allí Aethos se reencuentra con sus compañeros de viaje, sus amigos y conoce por fin a su padre, el mayor de los héroes, el portero de Memoria. Vuelve a verlos una última vez antes de reemprender su viaje de vuelta, ya conseguido su objetivo y decide consagrar el resto de su vida a dar voz a Gormag, a Merinia y a Escheril, no como héroes, sino como amigos; a dibujar el rostro de su padre, a desandar el camino.
Memoria, el último de los relatos de El musgo en las ruinas me ha dejado con un muy buen sabor de boca. Sus líneas fluyen en una lectura rápida y apacible, pero no hueca, pues el simbolismo y la fantasía acechan tras cada coma, tras cada punto. Es fácil empatizar con los protagonistas y ver su evolución mientras se camina junto a Aethos, Merinia, Gormag y Echeril en busca de Memoria. Y en esta ciudad, que se presenta diferente a cada viajero que llega, bien seguro que encontraré a estos cuatro personajes cuando llegue, pues ahora son parte de mí.
Espada y Pluma te necesita

