
Nuria Hadjal es estudiante de Teoría Literaria y Literatura comparada en la Universidad de Barcelona y el interés por la literatura y la cultura argelinas le llevó a dedicar su investigación a dos de las grandes escritoras argelinas contemporáneas: Assia Djebar (1936-2015) y Malika Mokeddem (1946). Ambas exiliadas del espacio público y de su espacio privado hallan en la escritura una forma de quitarse el velo, de construir una experiencia de seguridad. Hoy nos salimos un poco de la línea de Espada y Pluma y damos voz a tres mujeres argelinas que atraviesan y proyectan no sólo la situación de Argelia, sino la situación de todas las mujeres. Acompañados por sus dos obras principales, Sin habitación propia (2007) de Djebar, El desconsuelo de los insumisos (2003) de Mokeddem y la voz de Nuria Hadjal nos embarcamos en cómo los espacios de representación de lo privado y lo público construyen el sujeto de la mujer argelina.

Comencemos hablando, si te parece, de los espacios privados de la escritora argelina.
El espacio privado en la novela autobiográfica de Djebar no es tan importante, pero sí que es interesante en Malika Mokeddem porque explica cómo, siendo de una familia del Sahara, Argelia, cuando era pequeña dormía en el suelo y con sus padres, ni siquiera eran habitaciones muy separadas y ella ni siquiera tuvo cama hasta tiempo más tarde. Entonces, tú te preguntas ya: no es el hecho de que no tenga una habitación propia, sino es que no tenía ni espacio de comodidad ni de privacidad. Por ello, desde pequeña tiene problemas con el insomnio y es un tema nuclear en su novela, porque es un problema que le atormenta en su dia a dia y le recuerda su vida en Argelia y a esa opresión desde la religión y el machismo. Entonces, hay una vinculación y al inicio de su novela El desconsuelo de los insumisos habla de esto, que no tenía cama cuando era pequeña y que sus padres se enfadaban porque ella no podía dormir.
¿Esta lectura de la infancia, sin embargo, no se lee desde la sospecha, verdad? Es decir, no implica un receso hacia la infancia intentando desvelar aquello imaginario del discurso que le impide vivir, sino que ella acaba construyéndose a partir de aquello que le suponía un obstáculo, véase el insomnio, a partir de la escritura.
A ver, la escritura en sí, para Mokeddem, es algo terapéutico. Su novela está partida entre el aquí —Francia y ahora, y el allá —Argelia y su infancia. Entonces, hay una vinculación entre su infancia y su yo porque su infancia le influye en su dia a dia y hay traumas que ella intenta superar a partir de la escritura y es algo muy importante para ella. De hecho, la escritura para ella es esencial porque cuando llegó a Francia decidió superar sus problemas y sus traumas a partir del acto de escribir y dice que quiere sentirse libre en un espacio neutro. Es aquí cuando decide expresarse a través de la pluma y habla de cómo su ex-pareja Jean Louis tenía problemas con ella porque decía que se distanciaba mucho con la escritura y que ya no estaba atenta con él. Esto hizo que se terminara la relación y él le propuso que se decidiera entre él o la escritura y es algo muy interesante porque Jean Louis era una persona muy importante para ella y llevaban muchos años casados y ella escogió la escritura porque es lo que le hace fuerte y lo que la hace reflexionar sobre su pasado y superar estos traumas.
Escribir es quitarse el velo»
Son muy claras en Malika Mokeddem las diferencias entre el aquí y el allá. Sin embargo, a la hora de leer las obras de Assia Djebar vemos que este espacio limítrofe entre el aquí y el allá se difumina. ¿Cómo interpretas como lectora —y como investigadora que las conoce, esta diferencia entre las dos escritoras?
Yo creo que Assia Djebar es una escritora mucho más compleja que juega con el lector y hace juegos literarios y juega con los cimientos de las escrituras del yo, los cimientos de la verosimilitud: no sé si esto que escribo es real o es una memoria. En Sin habitación propia (2007), por ejemplo, hay un momento en el que Assia describe minuciosamente su trayecto en autobús desde el internado hasta su casa describiendo todo aquello que ve, oye y siente y, de repente, está en Francia con cincuenta años. Entonces, son saltos que parecen querer despistar al lector, parecen decirle: ¿estás atento? Porque el lector ha de estar muy atento y muchas veces tiene que releer capítulos enteros porque acaba no entendiendo cómo ha llegado ahí. Yo creo que son juegos con el lector mucho más complejos y relacionados con el lenguaje con el aquí, el allá, la terapia y también juega mucho con el límite entre la autobiografía y la autoficción.

Malika, por su parte, no. Malika es directa, quiere hablarte del ahora mismo, aquí, no puedo dormir y luego el allá, en Argelia, no podía dormir. Es mucho más simple. Incluso la escritura de Malika es mucho más simple y transparente. Assia es como que juega con el lenguaje, un lenguaje complejo, sintaxis complicada de seguir, tienes que trabajarlo, tienes que centrarte mucho. Además, está ésta difuminación que comentas, entre el presente y el pasado, de la memoria y de la imaginación… Es una obra mucho más compleja. Desde la crítica literaria, creo que podemos atisbar que al leer tantos autores y al conocer tanto la literatura, Assia parte de ahí. Malika es médico y también es escritora, pero su campo es la medicina y escribe para expresarse, sí, pero desde un punto de vista mucho más sencillo. En Sin habitación propia, Assia reflexiona sobre su pasado y su suicidio, pero también quiere hacer reflexionar al lector, crear un lector implícito. Una lectura para la que se necesita una concentración y un tiempo y un espacio para amoldarse y enfrentarse a su lectura. El lector de Malika es un lector más espontáneo, más superfluo.
Michel Foucault hablaba de que escribir está supeditado al tiempo. Sin embargo, donde las diferentes caras del tiempo se repliegan la una a la otra nace un espacio vacío en el que se precipita el lenguaje. Por lo tanto, el lenguaje no es algo que pertenece al tiempo, sino al espacio. Decía que es en el espacio donde el lenguaje se despliega, se resbala sobre sí mismo, es donde el lenguaje se transporta y se metaforiza. ¿Se podría apreciar esta espacialización del lenguaje en Mokeddem, es decir, entender su lenguaje como un espacio y no como un tiempo?
Para Mokeddem la propia escritura implica una via de escape que no solamente es del tiempo de escribir, sino que también implica un espacio en el que liberarse y desplegarse, sería una idea de la escritura como liberación. Cuando ella llega a Francia se siente totalmente libre y decide escoger la escritura como vía de escape para huir de la realidad que le atormenta, pero al mismo tiempo tratarla, ya que al ser médico es muy interesante el apreciar el trato de su vida como enfermedad, como algo que debe ser resuelto y tratado como un problema. Yo creo que sí que trata el lenguaje como un espacio, sobre todo como un espacio que nace de una experiencia propia y al implicar algo terapéutico, intenta expresar todo lo que siente. De hecho, en La prohibida (2001) la protagonista vuelve a Argelia para buscar su identidad después de vivir muchos años en Francia y este viaje se repite en El desconsuelo de los insumisos (2003) y, al igual que en Assia Djebar, se ven muy reflejadas porque quieren integrarse en el mismo texto y hablar de su experiencia. Es una manera de tratar sus problemas desde la ficción pero introduciendo un caso real, que es el suyo. Otra interesante mirada en la que tiene que ver el espacio, es cuando Malika habla de su casa. En la novela explica que cuando se separa de Jean-Louis, ella se queda la casa porque el diseño es suyo, la decoración es suya, se siente a gusto allí y ella forma parte de esa casa y esa casa forma parte de ella y allí es donde empezó a escribir y por eso es tan especial para ella, porque en Argelia no tenía un espacio propio.
Actualmente hay abierta una exposición en Barcelona sobre Berenice Abbott, una de las fotógrafas más imponentes de la primera mitad del siglo XX, cuya obra se basa en la transformación de los espacios entre el allá —la vieja Europa, y el aquí —Nueva York, atravesados por la idea de la casa como un retorno a un espacio de seguridad que se ve fracturado cada vez más. ¿Hasta qué punto en la autobiografía de Malika Mokeddem la casa implica también un acto de aferrarse a la experiencia tanto de la escritura como de ella misma como sujeto construido al igual que la propia casa, es decir, cómo ella se construye a partir de la casa?
Yo creo que el hecho de que se haya ido a vivir a Francia, el hecho de escaparse de unas cadenas que no la dejan ser ella misma y construir esta casa cuya decoración incluso fue escogida por ella, es una forma de construir un espacio seguro para ser ella misma y es en Francia donde Malika dice: Soy yo misma, no tengo miedo y encima voy a escribir sobre un montón de tabúes, el whisky o el sexo, siendo una mujer argelina, recordemos, en la época del terrorismo. Recordemos que Assia Djebar tuvo que exiliarse de Argelia porque estuvo la guerra civil, ella era profesora de secundaria y tuvo que irse porque durante el terrorismo se perseguía a muchas personas e intelectuales, pero sobre todo a las mujeres, y sobre todo Djebar, siendo una mujer, profesora y sin velo. Entonces, la escritura actúa aquí como vía de escape y de mostrar al mundo lo que sufre la mujer argelina y no taparlo a partir de discursos idealizados —no ponerle un velo a la realidad, a partir de la religión. Como decía Assia Djebar, escribir es quitarse el velo, quitarse lo que te oprime, es liberarse, entonces la escritura es muy importante para ellas, incluso vital, porque ellas la usan para hablar de la situación de la mujer y para visibilizarla. Luego hablan de la historia de Argelia, porque también es importante para ellas, pero dicen que son las líderes del feminismo argelino por esto y no desde el feminismo islamista, sino desde otro feminismo, un feminismo más radical.

Me gustaría plantear, ahora que comentas esto de que tanto Malika Mokeddem como Assia Djebar se erigen como voces proyectadas de los problemas de la mujer en Argelia para exteriorizarlos y proyectarlos al mundo y a Francia, ¿Cómo se puede intentar entender por qué, aun presentando un problema global, que implicaría la Guerra de Independencia de Argelia (1954-1962) no pertenecen o no se han llegado a visibilizar en el canon como podría haberlo hecho Camus, hablando del mismo tema y siendo argelino y cómo lo enfocan ellas diferente a lo que implica esa centralidad del canon en Camus?
Assia Djebar sí que es conocida y es la escritora magrebí más conocida mundialmente y, de hecho, es la única mujer magrebí que entró en la Académie française y es algo revolucionario, siendo además profesora en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Argel. Sin embargo, tú hablas de Camus y todo el mundo lo conoce, de Djebar no, aunque sea una mujer canónica y de Malika Mokeddem tampoco, ¿Por qué? Porque Camus era un hombre francés y quieras o no nuestra universalidad es occidental y aunque premien a Assia y Malika, Camus es más conocido porque encima se relacionaba con con autores más canónicos como Sartre. Aunque él vivió en Argelia, estaba vinculado a la Francia argelina, estaba vinculado a la Francia europea. Entonces, Camus, tiene más voz; y aún así Camus y Assia Djebar son diferentes porque no tratan las mismas realidades, son realidades distintas. Assia habla de estos dos mundos separados en su novela: mundo occidental y mundo oriental. Quieras o no, en el internado se juntan estos dos mundos, pero inevitablemente están separados. El ejemplo más claro es cuando están en el comedor, donde está el grupo de las argelinas y marroquíes y luego el grupo de las europeas. Entonces, Camus, aunque hable de Argelia lo ve desde un punto de vista diferente: un hombre que es francés y que ha nacido en Argelia quiere a Argelia, pero quiere una Argelia francesa porque él está a favor de la Argelia francesa y, además, él forma parte de la école méditerranée, una escuela de escritores franceses que apoyan esta relación de Francia y Argelia y rechazan la separación. Al mismo tiempo, sin embargo, Camus rechaza la violencia y la guerra por la independencia de Argelia. Él quiere una paz entre los dos mundos. Aunque ambos escritores estén en los dos mundos, son dos mundos diferentes y dos percepciones diferentes.
Soy yo misma, no tengo miedo y encima voy a escribir»
Siempre se comenta que el escribir en la lengua del Imperio supone un abandono de la raíz, del “geist”. Yendo a la idea del lenguaje como espacio que es construido mediante la experiencia que has comentado, ¿Cómo, Malika y Assia, se enfrentan a la problemática de la lengua: logran expresarse con la lengua árabe y todo lo que implica esa dimensión política o, por el contrario, optan por adherirse a la lengua imperial?
A ver, Malika está en Francia, va a escribir en francés y va a ser leída en francés y gracias a eso es reconocida y valorada por su novela La prohibida. Assia Djebar, por su parte, tiene una explicación muy lógica: como explica en Sin habitación propia, ella estudió el bachiller en un internado donde se enseñaba el francés. Ella, además, pidió un profesor particular para que le enseñara literatura árabe y se lo rechazaron. Entonces, el francés, aún siendo la lengua del colonizador, formaba parte de los argelinos, es decir, Assia Djebar habla del francés como una lengua neutra. Cuando quedaba con su pareja, ellos hablaban en francés. Porque es la lengua neutra. El problema de la lengua es muy interesante porque Djebar lo trata bastante bien. Depende de qué situación usas una lengua u otra. El uso del francés tiene que ver con que se haya pasado toda la adolescencia en un instituto francés y esa lengua no era solo parte del colonizador, sino de sí misma y de su lenguaje. Por eso, ella se siente más segura al escribir en francés. Además, sus lecturas fueron siempre desde la literatura francesa y aunque sabía leer árabe, no leía literatura árabe porque le costaba y necesitaba una traducción al lado. Entonces, si tu lees tantas novelas canónicas en francés, es algo que te hace pensar en francés y escribir en francés, forma parte de ti. Al final de la novela Sin habitación propia, explica cómo ella andaba por las calles de Argel e iba con su falda y no llevaba velo ni nada y tenía que hacerse pasar por francesa, porque si sospechaban que era argelina y llevaba falda e iba sin velo le insultaban, le escupían y la menospreciaban y eso le llevaba a un exilio personal, no se sentía ni a gusto en su propia ciudad, ni en el internado y esto le llevaba a un exilio que parte de la necesidad de querer ser ella misma. Ella habla de que pertenece a vosotros. Yo soy vosotros, yo soy argelina, pero no soy la argelina que vosotros queráis, yo soy yo y quiero que me aceptéis como soy. No obstante, es algo muy problemático para la época. El lenguaje, por concluir, no es sólo cómo se usa, sino también cómo te representa, es decir, el haber estudiado les permitía como mujeres acceder a otra realidad que el resto de mujeres no podían. La mayoría de mujeres quedan encerradas en sus casas y la lengua en la que se construyen es el árabe o el bereber, pero tanto Malika como Assia, al acceder a los círculos universitarios, logran acceder también a otra realidad. También es interesante la figura del colonizador lector, porque tú, como europeo, puedes leer a Assia Djebar, pero a veces no la entiendes porque no entiendes la cultura argelina, no entiendes su religión ni su tradición y muchas veces utiliza palabras que están en árabe y no te las traducen. Es una problemática que atraviesa el lenguaje: ¿Escribe en francés? Sí, pero usa palabras que están en bereber y a veces se traducen, pero se pierde todo el sentido, se pierde la esencia y el peligro de la palabra. Cuando una mujer no lleva velo, por ejemplo, se la insulta como desnuda, pero es que esto aquí, en Europa, no se entiende la desnudez porque no se entiende la connotación más amplia y fuerte, de estar blasfemando al Islam. Aunque Assia escriba en francés, usa muchas palabras argelinas, como encontrando ese sentido al que solamente su lengua accede.
Has mencionado un concepto muy interesante en Assia Djebar que es el del exilio personal que no implica solamente un exilio político, un exilio proyectado hacia un espacio público, sino de un exilio personal inyectado en lo íntimo, entonces, ¿Tiene alguna relación esta problemática del exilio de sí misma con el planteamiento inicial de su obra Sin habitación propia?
El título tiene que ver con otra cosa, tiene que ver con su intento de suicidio porque en una discusión con su pareja, ella descubre que le está dando órdenes y esto le recuerda a su padre y su padre es la figura de autoridad y la sumisión.

Eso le recordó un estoy en un sitio, en un portal cerrado, con un hombre y si lo descubre mi padre me mata y esto se repite muchas veces mientras ella corre e intenta suicidarse delante de un tranvía. [Silencio] Me mata, y repite, me mata. No voy a pertenecer a la casa de mi padre porque a la casa del padre tú perteneces si eres digna de ser hija de ese padre. En este caso, pertenecer a la religión musulmana, es algo metafórico porque no tendrás habitación propia en la casa del padre que es la figura de la autoridad. Al principio de la obra, por ejemplo, una amiga le da de probar un dulce que tiene ron. Ella sabe que tiene alcohol y se lo come, pero luego reflexiona y dice: “creo que me siento mal, no por la religión, sino por mi padre”. Entonces la religión está relacionada con la aceptación del padre y esa tortura mental es porque tiene miedo de no estar, de no sentirse digna de ser hija de su padre, de no formar parte de su casa, de su mundo. Sin habitación propia porque siente que no forma parte de este mundo, no forma parte de su padre.
Creo que cuando nos acercamos por primera vez a la obra Sin habitación propia de Assia Djebar, es inevitable pensar en Una habitación propia de Virginia Woolf. Existe algún tipo de intertextualidad entre ambas obras?
Yo creo que a primera vista la gente lo ha relacionado con Virginia Woolf —sobre todo las personas que leen en español, porque el título es muy similar. No obstante, el título original de Sin habitación propia es “Nulle part dans la maison de mon père”, que significa, literalmente, «nula parte en la casa de mi padre» y no «sin habitación propia». Igualmente, sí que puedes relacionarlo con Woolf porque hay una problemática del espacio: En una habitación propia ella habla de cómo los collège de las mujeres son peores que los de los hombres y en los que hay espacios a los que ella no puede acceder, como la biblioteca, por ser mujer. Esto se puede relacionar con la problemática del exilio, con la experiencia de Assia Djebar en la capital. Hay un momento en el que ella habla de que quiere entrar a la Kasbah, un barrio conocido por los altercados y revueltas durante la guerra de Argelia, y cuenta que no puede acceder por ser mujer. En ese sentido, sí puedes relacionarlas respecto al espacio público, no tanto por la carencia de una habitación privada en su casa, sino como un miedo de no tener un lugar propio en casa del padre, de no ser como él quiere. Depende del enfoque, pero en cierto modo todas las mujeres lo tenemos: cuando una mujer es transgresora y rompe con la imagen que su padre y la religión tienen de lo que ella debe ser, tiene ese miedo de ser expulsada de casa, no es el miedo a no tener una habitación en la que escribir, como Woolf presenta, sino algo más arraigado, más profundo.
La religión está relacionada con la aceptación del padre»

¿Y el tema económico? ¿Se ve algún problema al respecto, como plantea Woolf?
No, porque la novela está situada en el momento en el que Djebar es una niña y luego adolescente, por lo que no es un tema que le preocupe. Hasta los diecisiete años es mantenida por su padre y pudo llegar a estudiar en la universidad, así que no era algo que la preocupara. Tampoco creo que en la época hubiera muchas mujeres estudiantes o mujeres que trabajaran, mujeres argelinas. Pero en cierto modo, sí que es verdad que necesitó una habitación propia porque no escribió cuando estuvo en Argelia, sino que tuvo que irse a Francia. Es allí donde ella ha dicho mil veces que se siente libre. Libre de expresarse, libre de ser ella misma y siempre habla de que los textos canónicos europeos —Dostoievski, Stendhal, Balzac, le han servido para conocer el mundo de los otros, siendo como un imán que la atraía a dicho espacio. Hablamos mucho de este mundo opuesto, de los opresores, de los colonizadores, pero quizá este mundo de los opresores tiene algo que nuestro propio mundo, el mundo argelino, no nos da, y por eso nos atrae tanto, y por eso hay mujeres, como Malika Mokeddem, que tienen que escaparse a Francia para ser ellas mismas. Porque quieras o no, en Francia también hay machismo y también hay opresión, pero existe una cierta libertad de ser una misma. No hay un libre albedrío, porque no hay libre albedrío en una sociedad dominada por el capitalismo, pero quizá no tienes el miedo de ser juzgada ni de que tu familia te abandone porque ya estás sola y te tienes a ti misma y puedes expresarte, y esta expresión es la que permite que te fortalezcas y te empoderes como mujer.
Me ha gustado mucho eso. Conectando lo comentado con la idea sobre la que Djebar reflexiona, sobre que el cuerpo de la mujer argelina es un espacio que no les pertenece, y en el caso concreto de Assia Djebar, que su cuerpo no le pertenece a ella, sino que le pertenece a su padre, ¿Cómo se desafía, tanto para la mujer argelina como para Assia Djebar como escritora, esa relación del cuerpo con la autoridad del Padre, teniendo en cuenta, sobre todo, la cultura?
En un episodio de Sin Habitación propia, Djebar cuenta que se compra un vestido que deja toda la espalda descubierta y su madre le pide que no se lo ponga para que no se lo vea su padre, que sólo se lo ponga para la boda, porque allí solo hay mujeres. Quieras o no, Djebar tiene cierta libertad, ella lo sabe, por eso en El amor y la fantasía (1985) habla de otras mujeres, porque sabe que no es la que más ha sufrido en Argelia. Pero sí que habla de su madre y del velo, que no es un velo como el que conocemos hoy en día, es un velo mucho más incómodo, que tienes que sujetar con una mano porque si no se desliza, que tapa todo el rostro y en el que sólo se ven los ojos. Al tener que ir sujetándolo, si tienes niños pequeños y los tienes que llevar de la mano resulta muy incómodo. Djebar habla de esta dificultad de la madre para andar con la niña pequeña. La madre se lo pone porque se lo tiene que poner, porque es mujer, es adulta, es una familia musulmana y vive en el seno de Argel. Tiene que adaptarse al contexto y a la cultura. Sin embargo, es muy curioso porque a los treinta y pico, cuando se mudan a la capital, un sitio más neutro en el que hay occidentales, se deshace del velo. Es increíble porque su padre no dice ni mú, porque la madre toma las riendas y se lo quita y nadie le dice nada, y es muy interesante, porque se quita el velo y punto. He leído a muchas mujeres hablando sobre la evolución que hace el padre, pero para mí la que tiene esa gran evolución es la madre.

Hay un caso que a mí me interesa mucho. Habla de una compañera del internado que se llama Farida, que era algo mayor que ella y que hizo una huelga de hambre para que su padre le dejara ir a estudiar, llegar a bachillerato. El padre trabajaba con el ejército francés, irónico cuanto menos al tratarse de alguien en el bando imperial que resulta más retrógrado que la imagen de la liberté de la mujer, y él aceptó porque la chica se estaba casi muriendo de hambre, pero le dijo que abandonara, que volviera a casa, que no fuera al bachillerato. Sin embargo, con ayuda de una profesora de filosofía que la ayudó a convencer al padre, Farida se puso el hayik, un velo muy grueso de algodón, se puso unos calcetines igual de gruesos, y se esforzó para salir de casa e ir a estudiar, y al llegar a clase, como eran todas mujeres, se lo quitaba. Todas la admiraban porque era un modelo de superación. Hay un capítulo entero en Sin habitación propia que habla de Farida y de cómo finalmente se libera porque se va a Francia y Assia se la encuentra tiempo después muy elegante, arreglada y sin el velo. ¿Por qué? Porque puedes elegir llevar velo, claro, pero estas dos, como muchas otras mujeres, se vieron obligadas a llevarlo. Por la comunidad, porque si llegada cierta edad y pasada cierta edad, no te lo pones, te miran mal porque significa que no sigues la religión, y eso es una imposición. No es sólo que sus cuerpos pertenezcan a su padre o a su marido, es que pertenecen a toda la sociedad argelina. Como he dicho antes, Assia Djebar tenía que fingir ser francesa para que no la insultaran. En una sociedad actual dirás: «hemos avanzado». Pues sí, en Argelia ya hay mujeres que no se ponen hijab y no pasa nada, no se les hace nada. He visto mujeres que se visten con ropa occidental y no pasa nada, pero bueno, a sus espaldas se dice de todo, y es una imposición. Hay niñas de seis años que se ponen hijab porque sus padres quieren. Y sí, hay cierta libertad, pero no del todo, porque sigue habiendo una familia como la de Djebar y Farida.
Hay un padre al que le sigue perteneciendo el cuerpo de su hija, no?
Sí, pero yo creo que sí, que pertenece al padre si hablamos en el caso de Assia, pero hay padres que no lo ven así, sino que dicen «este cuerpo no me pertenece a mí, pertenece a Dios y tiene que seguir las reglas de Dios, pero yo tengo que asegurarme de que siga esas normas porque soy la voz de la autoridad«.
Como última pregunta, ya para acabar: en Europa se ha entendido muchas veces la escritura terapéutica como una escritura que luego se convertiría en un modelo, como con las Confesiones de Rousseau, que acabaron siendo una muestra de escritura del yo y conformando lo que implica una sociedad ilustrada. ¿Cómo podría afectar la escritura terapéutica, ese quitarse el velo en Djebar o construir la experiencia de un espacio de seguridad en Mokeddem en la propia cultura de Argelia? ¿Afectan a esas mujeres que han tenido que sufrir ese exilio personal?
En primer lugar, Djebar dice que escribe como un acto terapéutico porque ella quiere pensar y reflexionar sobre por qué se intentó suicidar en ese momento. Reflexiona sobre la presión del padre. Malika reflexiona sobre el insomnio y dice yo no estoy en contra de las tradiciones siempre y cuando no me impongan prohibiciones. Lo de la escritura terapéutica yo creo que tiene que ver, en el caso de Assia y Malika, con tomar un poco de distancia de ellas mismas y hablar de ellas mismas para reflexionar sobre su vida desde una tercera mirada, desde un tercer punto de vista y por esto es terapéutico. Djebar dice que no sabe si todo lo que escribe ocurrió o algunas cosas las soñó, y ahí está, no está en ser objetiva, sino en intentar comprender el intento de suicidio.
Sí, pero ¿Cómo es librarse de esa autoridad y poder hablar mediante este ejercicio de terapia y de quitarse el velo? ¿Representa a todas las lectoras o sólo a las que han tenido esa experiencia personal? ¿Hay que pasar esa fase de exilio para sentirse proyectada?
Tú cuando lees a Djebar, la entiendes. Aunque tu padre no sea retrógrado, hay un barniz de machismo en el decir «no te pongas esto, tengo miedo de lo que digan o lo que te hagan«, y eso te representa, nos representa a todas. Que tu madre diga que no te pongas un vestido delante de tu padre, de tus hermanos, de tus primos o de los hombres en general hace que parezca que tu cuerpo no te pertenece, que tu cuerpo es algo sexual y sí, Djebar llegó al límite, a querer suicidarse, pero eso no significa que las mujeres argelinas no se sientan representadas por Djebar o Mokeddem en sus biografías. Creo que representan a la mujer argelina con velo, sin velo, aunque haya mujeres que no quieran verse representadas y se desliguen de esta visión crítica de la sociedad por motivos religiosos o los que sean y se ponen una venda en los ojos porque no quieren ver esta realidad. Sí que están representadas, aunque no quieran; esta representación de las figuras paternales y maternales está ahí. Djebar escribe y representa la mujer argelina y muchas mujeres se sienten identificadas, igual que con Mokeddem, aunque ella no sea musulmana. Y verse en un espejo se convierte en un apoyo moral, saber que no estás sola te hace reflexionar como reflexionan estas autoras. La escritura de Djebar se convierte en una necesidad para la sociedad argelina en tanto que ve su desdoblamiento, se ve desdoblada a sí misma aunque no quiera, porque esa es la condición de la mujer argelina.

Espada y Pluma te necesita


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