Si en la anterior entrada de Bestiario hablábamos de la salamandra como de un animal considerado maligno tanto por las leyendas como por el folklore, hoy hablaremos de un mamífero que tiene una fama diametralmente distinta: el Delfín.

Incluso hoy día se piensa en el delfín como en un animal de naturaleza positiva. Los delfines ayudan a náufragos, saltan a través de aros, se dejan acariciar y juegan con los niños. Aunque el trasfondo etológico y biológico que hay detrás del delfín es más complejo que todo eso, lo cual solo supone una pequeña fracción de su comportamiento, sí que es interesante tirar del hilo de estas consideraciones para así darnos cuenta de que el delfín como animal benefactor de la Humanidad lleva presente en la mitología y los antiguos libros de Historia Natural más de veinte siglos.

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Las primeras apreciaciones sobre la biología de los delfines aparecen, como es costumbre, en la obra de Plinio el Viejo Naturalis Historia (s. I). Es muy curiosa la descripción que nos hace de lo que en la época se consideraban peces: «Los delfines se introducen en el río Nilo, pero son expulsados por unos cocodrilos que reclaman el río como suyo. Para vencer a los cocodrilos, los delfines pasan por debajo de estos y cortan sus estómagos con la afilada aleta que tienen en sus espaldas». Plinio se refería a la aleta dorsal de los delfines, que en ningún caso tiene capacidad para dañar, sino que tiene una función exclusivamente natatoria. «Los delfines son los animales más veloces que encontramos en tierra o mar […] Respiran aire por sus espaldas. Mientras que persiguen a los peces hasta grandes profundidades, y dado que son capaces de contener la respiración durante mucho tiempo, los delfines salen disparados hacia la superficie con tal fuerza que pueden volar, a veces incluso por encima de las velas de los barcos.» En este caso nos encontramos con apreciaciones biológicas muy interesantes. Aunque por entonces la diferencia entre mamíferos y “peces” no estaba establecida, sí que se sabía que el sistema de respiración del delfín era distinto del resto de «peces». Además, probablemente la observación de delfines en alta mar nadando y saltando sobre ésta con elegancia y mucha solvencia haya llevado a muchos a llevar al paroxismo estas cualidades, ya de por sí impresionantes. «Los delfines viajan normalmente en parejas. Sus voces son como gemidos humanos. […] Les encanta la música. Las canciones en armonía pueden sobrecoger a las personas. Los delfines son amables con los humanos; en ocasiones, juegan alrededor de los barcos y nadan junto a ellos». En estas palabras se pone de manifiesto la consideración del delfín como un animal benefactor de la humanidad y cercano a esta en términos constitutivos. Un animal capaz de deleitarse con elementos culturales humanos como es el caso de la música o de comunicarse a través de lo que se intuye que consideraban como un protolenguaje. Por otra parte, la archiconocida imagen de los delfines nadando con los humanos y sus barcos parece que ya estaba presente entonces, presumiblemente por avistamientos de marineros.

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Kongelige Bibliotek, Gl. kgl. S. 1633 4º, Folio 60v

Si nos trasladamos a la Edad Media, Isidoro de Sevilla volvía en su Etymologiae (s. VII) a redundar en los conceptos sobre los que sentó cátedra Plinio el Viejo. En el siglo XIII, Bartolomeo de Inglaterra en De propietatibus rerum (De las propiedades de las cosas) nos cuenta que los delfines son capaces de detectar por el olor si un hombre muerto en el mar ha comido antes otros delfines, en función de lo cual lo protegerán de otros peces y llevarán a descansar en tierra o, por el contrario, lo dejarán a su suerte. En este caso es más difícil rastrear las verdades biológicas detrás de este mito, pero vuelve a hablarnos del apego del delfín por el humano y cómo es capaz de entenderlo y procesar emociones mínimamente complejas.

Por su parte, la representación pictórica que se hace del delfín es en su mayor parte la de un pez, muchas veces con escamas incluidas, de gran tamaño y con numerosos dientes. En muchas ocasiones también se le representa junto a barcos humanos o participando de la música de estos.

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Un hombre en una barca tocando un instrumento mientras delfines le acompañan. (British Library, Sloane MS 3544, Folio 42v)

La figura del delfín en la Historia Natural y la mitología es especialmente interesante en tanto que entronca decididamente con la concepción actual que de él tenemos: la de un animal químicamente bueno, que está muy cerca de nosotros pese a vivir en el agua y que no dudará de protegernos en alta mar del ataque de los tiburones.


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