Cuando tocaba la guitarra en serio, a Paco lo tenía estudiadísimo, pero realmente sólo me centré en su Entre dos aguas. La toqué en concierto y tal, pero dejé el resto de su obra sin descubrir; me centré en otros guitarristas como Cepero o Tomatito y luego ya dejé el tema de la guitarra. Sin embargo, a raíz de no sé qué exactamente, volví a escuchar a Paco y a mirarme más su obra. De momento estoy con lo más conocido de él, Fuente y Caudal. Voy a poner partes que me gustan.
Antes de empezar, he de comentar que el flamenco como tal no es la música, sino todo lo que lo imbuye. La música en concreto se divide en lo que se conoce como palos, algo así como géneros. Hay muchos palos y a simple vista pueden sonar todos igual, pero cada uno tiene su aquel. En fin, comentado esto, comienzo.
El primero que me gustaría que oyerais sería esta rondeña llamada Cueva del Gato. Las rondeñas son músicas que están antes de que el flamenco se instituyera como tal, por lo que se parece mucho a otros palos del flamenco como el fandango. Básicamente, es música que empieza lenta y luego pás, golpe. La pieza la encontráis en YouTube, pero os pongo esta maravillosa parte que es que es precioso el arpegio, algo así como expresando la sensación de haber llegado por fin a la cueva y ver en la negritud de su garganta una nueva aventura y a la vez un misterio que aguarda.
Otra que me gusta mucho es Almoraima. El inicio es maravilloso, y es rápido porque son bulerías. Además, el oído de la música popular está acostumbrado a intervalos limpios y a tonos afinados correctamente, pero aquí ya empieza a romper con una tonalidad mozárabe súper bonita y una afinación única. De hecho, cuando esta pieza se escuchó por primera vez, muchos maestros de la guitarra concluyeron con que era imposible tocarla hasta que descubrieron un pequeño cambio en la tercera cuerda de la guitarra.
Es como que la canción comienza y luego dice algo como «no me gusta del todo esto que estoy tocando, suena muy recto, muy pulido. Entonces, Paco realiza un punteo en alzapúa (es esa parte del flamenco donde se escucha que tocan muy rápido, más que en el power metal) y el rasgueo y las palmas dan otra vez inicio a la pieza. Es como una reescritura de la obra en la obra misma, pero ahora lo hace bien, ahora sí que es una melodía mozárabe y alejada de los tonos griegos y las afinaciones tradicionales, ahora sí que era una pieza única.
Y entonces aquí marca una serie de abanicos maestros (es cuando suena muy rápido, pero que no es una melodía como la alzapúa, sino que es un rasgueo) como dando el visto bueno y diciendo un «ahora sí que sí, empieza la verdadera música».
Y aquí es como que empieza a hacer maravillas tanto técnicas como auditivas, me encanta. Os dejo otra parte. Os recuerdo, por si se os olvida como a mi, que esto lo está haciendo Paco de Lucía con una sola guitarra y el acompañamiento de la caja. Ojo.
¿Cómo haces para gestionar tanta energía junta? Cuando me dio por la música metal, lo que buscaba era ese horror vacui de no dejar ningún espacio libre. El problema solía ser, no obstante, que ese espacio era cubierto por sonidos metálicos (debí deducir que de ahí que se llamara metal), pero aquí es diferente, el espacio está llenísimo, es barroco, pero es enérgico, no es molesto, es como si fuese un sonido artesanal, escuchar la reanimación de un corazón.
Pasemos a otra pieza, ¿Sabéis estos caballos que se exhiben normalmente en plazas de toros, todo muy español, y parecen danzar con el choque de las patas sobre el suelo? Bueno, pues otra de estas cosas que tenía Paco era una obra que se llama Aires choqueros y literal las palmas en realidad son caballos y es maravilloso porque te imaginas al caballo haciendo los saltitos, he aquí yo y mi forma de describir algo. En fin, os dejo una parte porque impresiona.
Merecidísimo el jaleo (es a como se le llama ese ole/ala que se suele asociar al flamenco cuando se hace algo que es demasiado bonito como para quedarse callado). Si os fijáis, es más lento que Almoraima, por lo que no son bulerías, sino que es un fandango, como el primero que vimos, Cueva del Gato. Sin embargo, este es un fandango de Huelva, mientras que el otro, la rondeña, era de Málaga (y la Cueva del Gato está en Granada, en fin).
En esta ocasión, quienes llevan el ritmo no es Paco, sino los caballos, que marcan ese choque constante, y es Paco quien juega en la fina línea de salirse del ritmo y volver a entrar. Es algo así como la fina línea en la que disfrutar al máximo de Bayonetta, entre la excesiva dificultad y la posibilidad tan alta de que salga mal. Aquí por ejemplo, toda la obra está punteada (la melodía) y Paco se sale un momento de la rigidez para introducir un cambio de tono (a un sonido más grave y menos melódico) y luego vuelve perfecto con su cambio añadido. La maestría es que no es que se salga del ritmo, sino que duplica la melodía con alzapúa.
Voy con dos más para acabar. La primera, una obra de arte que además considero que es de una dificultad pasmosa, pues no depende de la rapidez del instante, sino de la constancia. Es una obra titulada Percusión flamenca. Normalmente, si ves actuar a una orquesta, te encuentras con que el instrumento solista suele ser un piano, un violín o un cantante. Es raro ver una guitarra liderando una orquesta porque la guitarra no es un instrumento de cámara, es más bien un instrumento popular. Sin embargo, Paco aprovechó unos acompañamientos orquestales para crear esta maravillosa pieza que ya empieza potentísima:
Lo bonito de esta melodía sigue siendo ese barroquismo que impide el silencio, pero a diferencia de las demás piezas, aquí el flamenco suena mucho más sinfónico. Hay momentos, como en las obras clásicas, donde la guitarra actúa sin el acompañamiento, pero lo que sí es característico es que hay un acento continuo en la melodía, convirtiendo el posible rasgueo en una segunda melodía simultánea (recordemos que esto solamente lo hace una guitarra) que hace los bajos reforzados con el chelo. El resultado es una pieza equiparable a un Bach o Vivaldi (con su consiguiente serventesio musical) aflamencado a través de la armonía.
Si quieres leer sobre la segunda, para mí la mejor pieza de Paco de Lucía junto Almoraima, permanece atento a la web.
Pincha aquí para leer la segunda parte.
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