El concepto de comunidad es inherente al de humanidad. Los éxitos ecológicos y sociales del ser humano se han conseguido gracias al funcionamiento en común, el reparto de tareas y el cuidado recíproco entre los miembros de una comunidad. El ser humano es el único primate que cuida de sus semejantes sin que estos estén emparentados con él y, en las sociedades primitivas, antes siquiera de cualquier atisbo de civilización, el formar una comunidad era una condición necesaria para poder ganar en protección, sociabilización y acceso a la comida frente a un entorno hostil y escaso en recursos. Esa es la esencia de la sociedad humana: el formar comunidades plurifamiliares que colectivizan y se dan apoyo mutuo. Ahora bien, buena parte de la estructura de las sociedades humanas ha cambiado drásticamente con la globalización y los sistemas económicos actuales: las ciudades modernas ya no acogen el concepto de comunidad, en muchos casos tampoco el de familia, sino que en ellas las personas buscan la obtención de beneficios personales y asumen el individualismo como forma de vida.

En estos términos se mueve Mutazione (Die Gute Fabrik). Mutazione es realmente el nombre de la isla donde se desarrolla el juego; un paraje dominado por un gran árbol milenario, epicentro de un ecosistema lleno de endemismos florísticos y faunísticos resultado de las mutaciones producidas por la caída de un meteorito. Un lugar levantado sobre lo que otrora era una ciudad más. En ella vive una comunidad, también mutada, aislada de “la gran ciudad”, que resuena como un eco en la lejanía en la mente de sus miembros. Lo fundamental de este peculiar Macondo, compuesto por unas pocas decenas de personas de distintas razas y formas, es que funcionan de manera mutualista entre sí y con el ecosistema, se establecen entre ellos complejas relaciones sociales y laborales para que su todo sea mayor que la suma de sus partes.
Una comunidad abierta, pese al aislamiento, porque encontramos miembros procedentes del exterior, como la propia protagonista. Lo que comienza siendo un viaje para cuidar a tu abuelo enfermo (en el peor de los casos, para verlo morir) termina por ser la búsqueda de un encaje en una comunidad. La receptividad de esta hace que pronto nos sintamos dentro de ella, que establezcamos relaciones y conozcamos las de los demás; que los otros acaben siendo los nuestros antes de que nos demos cuenta.
La mecánica principal de Mutazione es pasar de ser un yo devaluado que extrañamos y no comprendemos a ser, junto a los nuestros, algo más.»
El comienzo de Mutazione puede que sea algo torpe y deja entrever los esquemas mecánicos y narrativos que ya tendrán lugar a lo largo de todo el juego. Después de que la protagonista (Kai) desembarque en la isla, viaja de personaje en personaje a petición de cada uno de ellos para ir conociéndolos uno por uno e ir identificando aquello que los define. A su vez, el diario actúa tanto como elemento de registro de nuestras acciones como lista de tareas pendientes para avanzar, que casi siempre consiste en hablar con un personaje o ir a un determinado lugar. No hay demasiada inventiva mecánica y narrativa en Mutazione, que se manifiesta como un point and click donde el principal vehículo expresivo son los diálogos. No obstante, es fácil amoldarse a estas premisas y sentirse cómodo en ellas: pese a una estructura narrativa que tiende a la sencillez, la resonancia de la historia y la personalidad e individualidad de los personajes hacen que el jugador se inserte en la trama al mismo tiempo que Kai comienza a encajar en la comunidad. La realidad psicológica de los personajes y de las relaciones que se establecen entre ellos es lo que hace que Mutazione golpee con tanta fuerza al relatarnos embarazos complejos, pasados traumáticos, padres ausentes, esperanzas perdidas, adolescentes solitarios y mentiras confesas. La función de Kai es la de mera espectadora en unos casos, la de intervenir en otros; pero, en todos ellos, lo que es ajeno se siente como propio porque la comunidad está unida por una suerte de simbiosis humana.

Mutazione es, a su vez, una intersección entre la naturaleza científica y el misticismo-folklore. Estas dos realidades, a priori excluyentes, configuran un todo que ha de ser aprehendido para alcanzar un verdadero equilibrio individual y que, a su vez, la isla haga lo propio. Bajo este esquema, el viaje que hace Kai desde la gran ciudad a Mutazione es en realidad un viaje desde lo tangible, mundano e individual a lo onírico, sobrenatural y colectivo. De esta forma, la música folklórica (suaves melodías entonadas por los personajes) se configura como elemento nutritivo del alma y la naturaleza, así como argamasa que une a la comunidad a través de un pasado lejano pero compartido.
Una de las principales mecánicas del juego es plantar jardines a partir de las semillas que recogemos y hacerlas crecer extraordinariamente rápido tocando un tambor chamánico. Aunque existe una enciclopedia botánica y se intuye que varios personajes han hecho un ejercicio de exploración científica de las plantas, su principal cometido dentro de la obra es simbólica y no implica un desafío intelectual ni mecánico. No se trata de una catalogación minuciosa de plantas y una recogida exhaustiva de semillas, sino que plantar jardines es la forma inevitable que tiene la comunidad y su naturaleza circundante de alcanzar la armonía. Cada melodía es una sensación, siete en total: serenidad, melancolía, estridencia, misticismo, euforia, ansia viajera y escalofrío. Todas ellas, de una forma u otra, aparecen a lo largo de la trama y se configuran como necesarias: no sólo hace falta la alegría, sino que el llanto es también parte de la comunidad y de la vida.
Lo que comienza siendo un viaje para cuidar a tu abuelo enfermo termina por ser la búsqueda de un encaje en una comunidad.»
Aunque Mutazione es una obra donde el peso narrativo recae en los diálogos, consigue también ser muy expresiva a través de lo visual. La estética se articula en torno a los colores planos y unos escenarios con distintas capas donde los objetos se amontonan y definen el entorno. El juego es parco en animaciones pero logra construir una identidad visual especialmente gracias a un uso del color perfectamente equilibrado y unos personajes reconocibles. El juego se limita a presentar cada familia como un tipo de mutante distinto, aunque en ningún momento este hecho parece tener importancia explícita más allá de hacerlos visualmente diferenciables entre sí; la protagonista los asume a todos como semejantes y no repara en sus peculiaridades físicas.

Mutazione tiene difícil eludir la comparativa con Night in the Woods. Es cierto que comparten mucho en común: ambos basan su peso narrativo en los diálogos; su estética se configura con formas geométricas semiperfectas y colores planos; el juego se estructura en días y, estos, en mañana, tarde y noche; la materia prima que utilizan ambas historias proviene de lo cotidiano; y el diseño mecánico-narrativo es básicamente el mismo. Las dos obras (y otras tantas, aunque utilizo Night in the Woods porque quizás fue la de mayor amparo de crítica y público) comparten inquietudes y formalismos, aunque los matices que presenta Mutazione lo acaban por diferenciar y darle entidad propia. Night in the Woods era una obra con una escritura y una cadencia en los diálogos que hacía que funcionasen como pequeños golpes al jugador; Mutazione quizás abrace una forma de escribir más sugerente y sencilla, más literaria. Por otra parte, Mutazione consigue ser más compleja en términos estéticos: los escenarios no son una línea recta, sino que forman un entramado de capas donde movernos; y lo que en Night in the Woods normalmente era una cámara más cerrada con unos pocos elementos en pantalla en Mutazione suele ser una cámara mucho más abierta donde la perspectiva de la isla y sus distintos escenarios es mucho más amplia, informativa y holística. En cierta medida, ambas obras nos cuentan lo mismo desde prismas distintos y lados opuestos: Night in the Woods nos habla de la decadencia de las ciudades y el fracaso del individualismo, mientras que Mutazione nos habla de las redes entretejidas en las pequeñas comunidades y cómo en ellas encontramos el cariño y la valoración que nos merecemos. Mientras que en Night in the Woods solo hay otredad, en Mutazione hay comunidad.
Cuesta culpar a Mutazione de su escasa inventiva mecánica porque, en último término, lo que nos ofrece es muy valioso. La mecánica fundamental del juego es, más allá de lo evidente, tejer relaciones e insertarnos en una comunidad. Formar parte de algo mayor que tú y ganar con ello; pasar de ser un yo devaluado que extrañamos y no comprendemos a ser, junto a los nuestros, algo más.

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